JEsús Zapata Rueda

Pasión del Señor y comunicación

EL Señor nos sigue invitando a la contemplación de su Amor, camino hacia la Cruz, para sentir con Él la hermosura de "dar la vida por los amigos". En la sociedad en que vivimos, nos es difícil el dar la vida por los demás; nuestro orgullo y vanidad nos impiden aceptar al hermano tal y como es, e incluso, a veces, corregirlos fraternalmente.

Cristo, en su manifestación máxima de Amor, al caminar hacia el Gólgota, nos comunica experiencias nuevas que transforman nuestro ser y nuestro existir. Nos comunica, en primer lugar humildad, tras consumir en el Huerto de los Olivos "la copa de amargura", acepta la Cruz, y con humildad la lleva por nosotros, por nuestros pecados. Nos comunica la obediencia al Padre cuando dice "que se haga tu voluntad y no la mía".

Nos comunica serenidad cuando contemplamos su rostro, que poco a poco se va agrietando por el cansancio, el sudor, la sangre y las quemaduras del sol. Serenidad compartida cuando su Madre, la Virgen María, sale a su encuentro, y Él le dice: "Madre, todo esto lo hago nuevo".

Nos comunica fortaleza espiritual, cuando cae un, dos y hasta tres veces y vuelve a levantarse, con la esperanza de que pronto podrá redimir a la humanidad, y por que sabe que su Padre Dios así lo ha querido. Fortaleza, cuando le están clavando en la Cruz y nota el martilleo de los clavos sobre sus manos y sus pies.

Nos comunica misericordia y perdón: "Padre, perdónalos, por que no saben lo que hacen". Nos comunica la dignidad humana, cuando es levantado de la tierra "atrayendo a todos hacia sí". Nos comunica el sentimiento maternal cuando al pié de la Cruz nos regala a su Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo ahí tienes a tu Madre".

Y desde el silencio de la Cruz, de la soledad, del instante antes de morir, nos comunica el Amor, sin tener que utilizar muchas palabras, solo con el hecho de que, en el momento más importante de su vida, en su trance a la casa del Padre, entra en profunda oración con Dios: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", ahí encuentra la paz para su Alma, en la oración confiada al Padre Eterno.

Por ello, cuando estemos en situaciones complicadas, difíciles, de sufrimiento, dolor o muerte, acudamos con fe al Padre desde la oración, aceptemos con amor la Cruz como la aceptó Cristo, y pensemos con esperanza cristiana que después de la muerte viene la resurrección.

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