Reir, el sentido del humor

El sentido del humor está muy bien emparentado con la madurez y la profundidad de la vida

Desde ayer estoy riendo unas cien veces al día. Es un consejo de un buen amigo. Eso sí, no importa el lugar: en casa, en tu sillón preferido, en la calle, en el autobús, por el Paseo Marítimo, etc. No sé si lo sabe, pero un estudio de la universidad de Stanford, en los Estados Unidos aseguró, en una investigación, que reír esa cantidad de veces, más o menos, es el equivalente a ir quince minutos en bicicleta. Al hacerlo movemos -atención- más de cuatrocientos músculos del cuerpo. Por lo tanto reír es como ir al gimnasio, pero más barato y sin olores.

Entre carcajada y carcajada he decidido indagar sobre ello y ha sido toda una sorpresa descubrir la gelotología. Si no había oído hablar de ella, no se preocupe. Yo tampoco. Se trata, ni más ni menos, de la disciplina científica fundada por el psiquiatra William F. Fray, que estudia los distintos efectos de la risa en nuestros cuerpos y mentes.

Cuando reímos, nuestro cerebro libera endorfinas. Y además, descarga otro neurotransmisor llamado dopamina, que se relaciona con estados de bienestar psicológico. La risa mejora la digestión, evita el estreñimiento, potencia la creatividad y la imaginación, mejora la oxigenación de nuestro cuerpo, libera tensiones,… La conclusión es evidente: si usted no ríe a diario está poniendo en riesgo su salud.

Quien tiene sentido del humor, sonríe. La sonrisa, indica también, que el estrés y el peso de las responsabilidades no te han superado. Si, como mínimo, el día no está marcado, a parte de las risa antes citadas, por una docena de sonrisas, quizás necesite plantearse si no valora las cosas buenas del día a día. La sonrisa cuando es continuada ilumina el rictus de quien la transmite. Todo lo contrario de esas sonrisas bobaliconas o la máscara facial de conveniencia. Cuando maduramos, dejamos que la alegría interior vaya iluminando todo cuanto a diario nos ocurre.

El sentido del humor está muy bien emparentado con la madurez y la profundidad de la vida, no es cosa de insustanciales porque si no tenemos sentido del humor, estamos a merced de los demás. Sin olvidar la máxima de Amos Oz: "Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor que sea fanático".

Aunque ya me duele la mandíbula de reír hoy, ya siento la mejoría. Todavía queda mucho día por delante pero, como escribía Sabina y cantaba como nadie Chavela Vargas, "que el maquillaje no apague tu risa".

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