Como si estuviese en Tarifa en vez de en la Meseta, el presidente de la Junta de Andalucía surfeó el jueves en el Senado. Cabalgó con soltura encima de la rompiente de la amnistía, vestido de traje azul, con su personal escudo ducal ladeado en la solapa. Sin embargo, se cayó de la tabla cuando cogió la pared vertical de una ola de derechas, enfundado en la camiseta del PP. Juan Manuel Moreno fue el más educado de los presidentes, convocados en la Comisión de Comunidades Autónomas para debatir sobre la amnistía a la rebelión catalana de 2017. No acudieron los presidentes del PSOE, ni los del País Vasco y Canarias. Todos los del PP, menos el andaluz, se marcharon en algún momento de la sesión.

El nieto de andaluces Pere Aragonès sólo fue para defender la rehabilitación de los sublevados del 17 y reclamar un referéndum de independencia. El president recitó la letanía de la represión por razones políticas y una pretendida causa general contra el independentismo. Moreno cresteó con habilidad en su respuesta institucional. Celebró que Cataluña hubiese participado en el debate, lamentó que Aragonès no se quedase a escuchar a los demás y recordó que España es la nación de todos. Para el presidente andaluz la amnistía supondría un retroceso democrático; sería como pedirles perdón, admitir que nunca debieron ser procesados, detenidos o condenados.

Sin embargo, deslució su discurso cuando entró en el mitin que el PP montó en el Senado. Moreno se dedicó al antisanchismo y a impostar su sobrevenido andalucismo. Se quejó de las concesiones y privilegios a los nacionalistas que quiebran la igualdad entre los españoles: “Llevamos muchos años así, queremos dejar de recibir menos, Andalucía merece respeto”.

Ese fervor nacionalista de alta intensidad y baja profundidad no se le vio a él cuando era jefe nacional de Nuevas Generaciones en el 2000, con Aznar de presidente. Con los presupuestos aprobados en la cumbre de Berlín de 1999, a Andalucía le correspondían 15.324 millones de euros de fondos estructurales de 2000 a 2007, pero el Gobierno le adjudicó 11.406 millones. En 2001 el 48,3% del Fondo de Cohesión de la UE fue a Cataluña y a Andalucía el 6,2%, y en 2002 se dio a Madrid el 45,25% de ese fondo, mientras a Andalucía venía el 8,2%. En la misma época, la A-92 Granada-Almería, la autovía Jerez-Los Barrios o el AVE Málaga-Córdoba se costearon con el paquete financiero fijo andaluz, mientras el AVE Madrid-Valladolid se construía con ayudas suplementarias del Fondo de Cohesión.

Y cuando Rajoy decidió en 2016 que fuese Barcelona y no Málaga la candidata española para sede de la Agencia Europea del Medicamento, hubo un silencio cómplice de los presidentes regional [él] y provincial del PP [su amigo Bendodo]. Sin la más mínima autocrítica, Moreno se rasga las vestiduras con quejas que dejan en evidencia a los gobiernos del PP y a él mismo. Falta responsabilidad; surfear con educación no basta.

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