La cuarta pared

La ambigua precisión

La poesía no es el único arte que consigue llegarnos al corazón a partir de unas estrictas pautas previamente establecidas

Parece sorprendente como un arte tan emocional como es la poesía pueda regirse por unas pautas tan estrictas, casi matemáticas, que llegan a definir y ordenar cada obra prácticamente de manera seriada. Hablamos de la métrica, el conjunto de regularizaciones formales de la poesía versificada y la prosa rítmica que de algún modo nos brinda unas reglas del juego para, a partir de ellas, poder crear obras de arte que puedan llegar a transmitir al lector todo tipo de emociones.

La poesía no es el único arte que consigue llegarnos al corazón a partir de unas estrictas pautas previamente establecidas, en el manuscrito “De lo espiritual en el arte” (1910, pese a ser publicado por primera vez en 1952) de Kandinsky, se mencionan algunas relaciones de los colores con las formas, y se llega a intuir que dependiendo de qué color se asocie con cada forma, se pueden transmitir unas sensaciones u otras. Posiblemente se trate de una artimaña más sutil que la estricta métrica, pero que causa en el receptor unas sensaciones muy determinadas. El cerebro interpreta de manera diferente un cuadrado rojo a un triángulo amarillo y por supuesto la teoría del color adquiere un papel muy importante en toda composición artística visual, como podría ser la pintura, la escultura, la arquitectura o incluso el cine y el cómic.

Resulta curioso como algo tan relativo y subconsciente como puede ser el arte, se vea en cierta manera condicionado por unas reglas tan precisas y contundentes que lleguen a determinar su buen hacer. La precisión necesaria en cualquier obra resulta determinante en el resultado final. Un trazo de escasos milímetros determina si la Gioconda está sonriendo o no. La altura del plano horizontal de la casa Farnsworth se despega del suelo la altura justa para absorber, en la medida de lo posible, la crecida del río pero también para hacerlo desaparecer ante el ojo humano y conseguir que esa casa parezca estar flotando en mitad del bosque. Si este plano estuviese medio metro más bajo se vería el suelo de la casa y si estuviese medio metro más alto, se vería la cara inferior del forjado. Está en su justa medida, sólo vemos una línea blanca. En la arquitectura tenemos que contar con que no solo existe la precisión poética, sino también la constructiva, muchos grados de exactitudes se funden al unísono en una buena obra, desde el tornillo que fija las bisagras de una ventana hasta el tiralíneas que replantea la estructura, y todas y cada una de ellas hacen que el resultado final valga la pena o no.

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