El arte del eufemismo

Dejémonos de rodeos por un momento. Cuando utilizan el término ciudadanos en realidad quieren decir es esclavo, siervo

Cuando intentan embaucarnos señalando a la sociedad como parte de la clase media, lo que en realidad nos quieren decir es que pertenecemos a la clase media de los obreros que ellos han creado. No se refieren a la clase media burguesa como tal. Es imposible.

No tenemos la tradición, ni la cultura, ni la formación, ni la estirpe para pertenecer a ese estrato social al que nos quieren encomendar, al que en una halo de iluminación, nos designan. No es así. No pertenecemos a esa sociedad que nos quieren hacer ver. En primer lugar, porque el ciudadano de a pie no tiene el patrimonio de un miembro de la clase media o de la burguesía, no tiene el acceso a esos ambientes que se presupone que debe tener.

Nosotros, aquí, el proletario de siempre, con la camisa sudada del vecino de enfrente- como decía el poeta-, con las manos llenas de llagas. Nosotros, aquí, en pie, con la piel rasgada por la sed y el hambre, con nuestra vida a rastras, no tenemos tiempo para asistir a los grandes actos sociales de la burguesía, mientras que nuestros hijos proclaman pan en medio de la madrugada.

No, no pertenecemos a esa sociedad que nos intentan imponer una imagen deformada de lo que somos y que cuando abrimos la nevara de nuestra casa y solo una cebolla nos espera. No, no pertenecemos a ese nutrido grupo de señores en el que no nos vemos reconocido. Pero no por animadversión hacía él, sino porque simplemente no nos corresponden. Sin embargo, si queremos ser, nosotros, los proletarios, los hijos de, al obrero medio.

Es decir, a aquel que puede aspirar por sus medios propios a una casa, un coche y un trabajo digno. A esa media si queremos ser o por lo menos aspirar a serlos. Que no sea fruto de la mendicidad. Sino del resultado de la historia o del legado de nuestros padres y de nuestros abuelos.

Que no es otro que el sistema que en estos momentos algunos quieren dinamitar en beneficio personal o de sus círculos cercanos. Somos los herederos de este sistema que algunos quieren vender al mejor postor y sacar la máximo tajada, como ya lo hizo en su momento Godoy con los franceses o estos nuevos validos, que de valer poco tienen y que se conforman con ser el perro del amo, mientras recoge en medio del incendio la parte de la paga que le corresponde.

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