Alfonso Berlanga

Escritor

La ciudad sepulta

Hoy, en España, la cultura en general y la cultura clásica, en particular, no viven precisamente su mejor momento

El poeta baenense, José Antonio Santano, acaba de publicar su último poemario, “Sepulta plenitud” (ed. Olé Libros, 2023) dedicado a su ciudad, Baena, y más específicamente, a las ruinas de la antigua ciudad romana, Ituci. Aunque la publicación de este poemario ya sería por sí misma noticia, dada la calidad y exigencia del mismo, lo es más, si cabe, el momento en el que se produce.

Hoy, en España, la cultura en general y la cultura clásica, en particular, no viven precisamente su mejor momento. La Grecia y Roma clásicas, cunas de la cultura y la vida occidentales, han pasado a mejor vida y no forman parte ya de la formación de nuestros estudiantes; mucho menos de la preocupación social o política. La sociedad futura se enfrenta a un mundo iletrado y encorsetado en el oscurantismo conservador que nos llevará irremisiblemente a la ruina moral y social y, posiblemente, si no se toman en serio el cambio climático, a la desaparición de la especie.

De ahí la oportunidad de este libro. Cuatro citas del escritor alemán F. Hölderlin -un amante del mundo clásico y cuya obra ha tenido gran influencia en las generaciones posteriores de escritores y pensadores- abren, dividen en partes y cierran la obra y los treinta poemas que la componen. El poemario refleja lo más parecido a un diálogo emocional entre el poeta y su ciudad actual, Baena, y pasada, Ituci, la antigua ciudad romana, sepulta. En la primera parte (poemas I a X), es el poeta el protagonista directo. En la segunda (poemas XI a XX), lo hace a través de un diálogo con Lucio (Cornelio Marcus). La tercera (nueve poemas) la dedica a rememorar la antigua ciudad y sus lugares más significativos. Cierra el poemario un Epitafio a manera de encuentro entre las dos ciudades.

Esta estructura tripartita y pitagórica viene acompañada por algo mucho más significativo y que es propio de la poesía de Santano, el silencio. “Silencio” se titula la obra completa publicada hasta ahora del poeta y este poemario es fiel reflejo de esa constante poética. La primera parte se cierra con estos versos: “Regrésame al Silencio/una vez más”. La segunda con “Todo está escrito…en esta tierra/donde atruena el silencio”. La tercera con “Volver a Ituci/allí donde el silencio”. Y, por si no fuera suficiente, el epitafio final, condensación temática del poemario, dice así: “De la ciudad sepulta/a la que hoy me habita/toda la luz de otoño/crecida en sus silencios”. Y es que cuando uno se acerca al parque arqueológico de Torreparedones, lugar en el que el poeta se inspira y donde construye sentimentalmente su obra, lo que más sobrecoge es el silencio entre las impresionantes ruinas y lo que resuenan son las pisadas en la antigua calzada romana cubierta de trocitos de cristales y cerámicas, “como una tumba de cristal”, como dice el poeta. Todavía recuerdo un hermoso viaje en un pelado invierno, acompañados por Antonio Enrique, a esas ruinas en las que sólo se oía el viento y el sonido de las suelas de nuestros zapatos pisando esos restos de cerámica y de cristal mientras comentábamos tranquilamente el pasado glorioso y, sin duda, extraordinario de aquella ciudad sepulta.

El poemario, por otra parte, es fiel a la sentimentalidad del autor y a sus usos técnicos más usuales. Desde la añoranza y el dolor por la ciudad perdida y por la situación de la ciudad presente; el canto permanente a las peculiaridades de su Iponuba natal, pero también su denuncia por la inacción; la perfecta definición de las dos ciudades en su concepción léxica y semántica; la estética de los silencios (“silencio mestizo”, “silencio en su bravo silencio”, “mi patria es el silencio”); el uso del heptasílabo con ritmo de letanía que Santano emplea con técnica magistral; la repetición de estructuras léxicas y sintácticas bimembres y trimembres en forma anafórica que, en ocasiones, usa también para la crítica y la denuncia social: “Maldito sea, Lucio, este tiempo sin poesía…/Maldito sea, Lucio, este tiempo de ignominia…/Maldito sea, Lucio, el oro que aviva la arrogancia” y una riqueza metafórica tan propia y tan anclada en las ciudades que retrata que identifican perfectamente la forma de expresión de un gran poeta como es José Antonio Santano: “mi ciudad, oxidada de olvido”, “cadáver en el aire de un silencio mestizo que me cubre los huesos”, “amasados los cuerpos en la nada salvaje del alba”, “y un único ciprés adormecido incendia el cielo de nubes amarillas”

La obra está servida. Pura riqueza expresiva, pura cultura y pura sutileza. Al lector se le encomienda ahora su veredicto. Mientras tanto dejemos al poeta en su laberinto:

“¿Acaso tú no sabes que rondo cada noche/ esta cumbre y en su pecho me cobijo/ después de amamantarme en el silencio/ de esta enorme sepultura?”

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