El cañillo

Francisco G. Luque

El kiosco de las palomitas

Mi hermana ha convertido en una tradición que cada jueves comamos palomitas en mi casa, pero no de esas de microondas, de las riquísimas que hacen en el kiosco del Paseo de Almería. Al llegar hace un par de semanas de nuevo el cierre de muchos negocios por la alta incidencia de COVID-19 en la capital, no sabía si podía seguir comprando esas bolsas de un euro que van que ni pintadas para pegarte una buena sesión nocturna de Netflix, así que pregunté por redes sociales, debo de decir que en un tono irónico, que si alguien sabía si el kiosco de las palomitas estaba considerado como actividad esencial. Nadie contestó esta cuestión, pero me sorprendió el comentario que me dejó mi colega Luis, regañándome porque ese templo de los tostones no se llamaba así. Hay que decirle kiosco de las pipas, porque así se le ha llamado siempre y esto es como la Constitución, se ve que no se puede cambiar. Ya me da miedo subir alguna foto comiendo migas un día soleado, no vaya a ser que me retiren el carnet de almeriense y me destierren a Murcia...

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