ME encontraba abatido en la zona de prensa (por llamar de alguna forma las dos mesas y un enchufe en el que conectar el ordenador desde el que escribía la crónica) una vez que Fuentes Madrigal pitó el final del partido en el Mundial 82. El tremendo ambiente que presentó el campo del Catarroja, me había fascinado cuando llegamos Javi Alonso (nuestro fotógrafo) y yo media hora antes de que comenzase el encuentro; y en ese momento, sepultaba mis esperanzas de disfrutar con el ascenso del Roquetas. Con el ordenador entre las piernas debajo de la mesa, para evitar que la tremenda gotera que había en el techo estropease el portátil, me encontraba haciendo contorsionismo para completar las últimas líneas de la crónica. Una incesante y molesta gota de agua, me hizo recoger los bártulos, acercarme a donde estaba mi compañero Juanjo Ruiz Plaza, y poner los dos camino del túnel de vestuarios. Las caras de los jugadores roqueteros eran todo un poema: reconocían no haber jugado como ellos saben, pero confiaban en darle la vuelta a la tortilla. ¿Por qué no?, pensé yo en ese momento. Tras hacer varias entrevistas, pusimos rumbo al hotel. En los 14 kilómetros que separan Catarroja de Valencia, una frase comenzó a deambular entre mis neuronas: 90 mi... son molo... Bernabéu.. nuti son... ¡¡90 minuti en el Bernabéu son molto longo!! Me animé con aquella frase que Juanito, ex jugador del Real Madrid, dijo antes de una de esas remontadas gloriosas que protagonizaban los merengues. Terminé en la habitación de nuestro hotel la crónica, Javi envió las fotos para que Raúl, que disfrutó como pocos con el Almería alevín en el torneo de Brunete, las pegase, y nos fuimos a cenar con la certeza de que vamos a levantar el 2-0. Eso sí, para ello Roquetas tiene que abarrotar el Antonio Peroles. Para finalizar, y cambiando de tercio, me gustaría felicitar a Pascual Sánchez y a su primo Tito, por la gran campaña del baloncesto almeriense.