Carta del Director/Luz de cobre

Los precios agrícolas al 'merme'

El camino es comercializar unidos, ejercer un liderazgo único y hablar con una sola voz ante quienes compran

El agro almeriense puso el viernes sus reales en la capital en forma de manifestación, huelga y protesta para hacerse oír por los precios a la baja con los que ha comenzado la campaña agrícola.

La convocatoria, apoyada por los sindicatos ASAJA, COAG y UPA, es una más de las que se producen cada año por esta época. Y es que la competencia exterior en un mundo global, la presión de las grandes comercializadoras y la climatología, se funden para formar un conglomerado de magma y lava en forma precios a la baja difíciles de soportar por un sector siempre castigado por estas fechas.

No es esta la primera ocasión en la que escribo sobre las razones que están llevando a la agricultura de invernadero de la provincia a una lucha sin cuartel por no perder cuota de mercado, poder adquisitivo y rendimiento de las explotaciones. Estamos en una batalla endiablada, que se me antoja perdida de antemano, a no ser que se arbitren las medidas necesarias que confluyan en marcar territorio, buscar el apoyo de las administraciones y, lo que es más importante, la necesidad, cada día más imperiosa, de diseñar un plan que permita cultivar con criterio, según necesidades y nunca al libre albedrío a ver si suena la flauta. No es fácil salir del bucle en el que un sector que aún sigue facturando o se acerca a los dos mil millones de euros se encuentra. Mientras cada uno siga haciendo la guerra por su cuenta, mucho me temo que el problema irá a peor. Organizaciones hay para lidiar un miura complejo, astifino y difícil de reconvertir. Aquí no se trata de derrotar por todas las partes, sino por aunar esfuerzos, criterios y programas. El camino pasa por comercializar más unidos, -a lo que aspiramos desde hace muchos años y que se va logrando con cuentagotas-, ejercer un liderazgo único o hablar con una sola voz, incrementar rendimientos y avanzar en calidad, casi gourmet, y ofertar a nuestros mercados una producción sostenible, ecológica y exquisita. Aún así el problema no queda resuelto. También hay que equilibrar la producción. No todos deben plantar tomate, pimiento, pepino o berenjena porque la campaña anterior han tenido precios razonables. Esa es una tarea ardua, que pasa por trabajar en educar a aquellos que producen, aquellos que cultivan. Los agricultores tienen que convencerse de la necesidad de buscar el asesoramiento de aquellos que tienen en sus manos un análisis exhaustivo de los mercados y por donde caminan.

Está muy bien protestar, mostrar músculo ante las administraciones. Pero no va más allá del impacto mediático de unos segundos en televisión o unos clics de internet. El trabajo es otro y está por hacer. O lo afrontamos de verdad, con sentido de provincia y criterios de unidad, o se avecinan tiempos difíciles, en los que mejor no pensar por el momento.

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