Hoy, que tanto se habla de la IA, que tanto se confunde conocimiento e investigación con tecnología y aplicación del conocimiento, que tanto se habla de avances de la ciencia con el descubrimiento de nuevas tecnologías, al comenzar a escribir estas líneas, recuerdo con el cariño que se merece la afición que compartíamos mi compañero y, “a pesar de ello amigo”, Isidro por los “libros viejos” de Química y por las enseñanzas que atesoran. Lo que ocurre es que él no se quedaba en la Teoría del Flogisto, pues se remontaba a la Alquimia.

Traigo a estas líneas lo anterior porque hoy que hacemos aspavientos con muchísimas novedades, no tenemos presentes relatos como uno que acabo de leer en la revista SINC relativa a que en el Museo de Prehistoria e Historia Temprana de Berlín (Alemania) se custodian varias herramientas de piedra, que son las primeras herramientas con mango que se conocen, y datadas entre hace 120.000 y 40.000 años, que conservan pruebas de restos de un pegamento multicomponente para unir las piezas. Además, el ocre y el betún de cuya mezcla está compuesto el pegamento, tuvieron que recorrer grandes distancias, lo que supuso un gran esfuerzo, planificación y un enfoque específico, según los autores de este trabajo, ya que en aquella época no había internet, ni los americanos habían creado FEDEX.

Además, la mezcla era lo suficientemente pegajosa como para que una herramienta de piedra se quedara pegada en ella, pero sin adherirse a las manos, lo que la convertía en un material adecuado para un mango. Se ve que en aquella época ya existían leyes de seguridad e higiene en el trabajo o sencillamente, pensaban en que si aquello era pegajoso era un “tostón”, como dice la gente fina, ponerse también a fabricar un disolvente que les permitiera comerse el mamut con las manos pegajosas del pegamento.

De las distancias que tenían que recorrer para comprar los dos componentes del pegamento, se desprende que los neandertales eran muy móviles, conocían bien su entorno y dónde conseguir buenas materias primas. También que planificaban con mucha antelación. Sabían exactamente qué productos querían fabricar y hacían todo lo posible para conseguir estos resultados. Ese orden y método a la hora de conseguir las dos materias primas es el que, digo yo, ha dado lugar a los técnicos en logística.

En serio, tenían interés en algo, pensaban, se esforzaban en saber dónde estaba y no tenían pereza en conseguirlo para satisfacer sus necesidades y progresar. En resumen, espíritu de sacrificio e interés en un mundo mejor. ¡Viene bien saber cómo hemos llegado hasta aquí!