Seminario diocesano

07 de julio 2025 - 03:09

Parece que van a dedicar el Seminario diocesano a otros menesteres, que serán loables, aunque no considero que sea este ascético espacio el más apropiado. Al final, terminamos haciendo un parador turístico del Palacio Episcopal, un hotel de 5 estrellas la Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” y desacralizando templos para otras actividades lúdicas. Muchos católicos no queremos una Iglesia centrada en lo social, sino en Cristo, que se nos hable de lo que de verdad nos salvará.

Una Iglesia espiritual, que nos hable de Jesús, que nos enseñe lo que Él enseñó en los evangelios. Que se nos recuerde que Jesús sana, que Jesús repara, que Jesús transforma. Lo que el mundo necesita no es más sociología, ni más globalismo del Foro de Davos, ni más asistencialismo sin alma. Que no se nos ridiculice por creer en el Jesús de los milagros, por amar a la Iglesia, su doctrina, su tradición. Queremos que se valore la fe profunda, la real, no una fe infantil ni romántica, ni de solo procesiones, sino encarnada y viva.

Que las homilías nos hablen de Dios, del Evangelio, no de cualquier cosa que nos distraiga. Que nos hablen del mensaje de Cristo. Queremos que nos enseñen a orar, a adorar, a estar en silencio ante el Santísimo. Que vuelvan los templos a ser casas de oración y no de conversación. Que se predique sobre el pecado, la gracia y la redención. Porque el mundo está perdido y nosotros también, si no nos recuerdan que hay cielo, pero también hay infierno. Que hay misericordia, pero también justicia. Que desde la seriedad y con fe se recupere el sentido de lo sagrado, respetando el altar, el silencio, la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Que no se diluya todo lo que nos conecta con lo divino.

Que no se desfigure la identidad católica y se respete la tradición. Que no nos digan desde el relativismo que todo es igual. No todo da igual. Estamos hartos de que nos traten, al igual que el segmento político electo, como ignorantes. Esta vida no es todo, estamos de paso y el objetivo es llegar al cielo. La meta es la santidad, no la comodidad. Que nos hablen del alma y la vida eterna. Y queremos que se escuche al pueblo fiel. A los que creen y rezan. A los que siguen prendiendo velas, arrodillándose ante el Santísimo, rezando el rosario y el ángelus, confiando en la Divina Providencia. A los que nunca dejaron de creer, aunque nos miren con burla y nos llamen “ultracatólicos”. En fin, que se nos recuerde que la santidad es posible y que no tiene “numerus clausus”. Paz y Bien.

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