Que el Ayuntamiento está para escuchar las necesidades de los almerienses, comprometerse a mejorar su calidad de vida y hacerlo realidad es algo que no admite discusión, aunque, también es verdad que siempre es mucho más fácil llegar a buen término si todas las partes implicadas aportamos nuestro granito de arena para encontrar soluciones a los problemas cotidianos, que son los que más suelen preocupar a los ciudadanos.

Así ha sucedido en el barrio de Cabo de Gata con la oficina de Correos, que estaba a punto de cerrar para ser sustituida por un servicio de atención al público en un punto de encuentro y que gracias a la colaboración entre Ayuntamiento, la sociedad estatal y los propios vecinos se va a mantener abierta en una nueva ubicación, evitando así que éstos últimos tuvieran que desplazarse hasta El Alquián si no recogían el envío el mismo día que llegara al barrio.

Precisamente, la semana pasada, el alcalde, Ramón Fernández-Pacheco, entregaba personalmente al delegado de Correos en Andalucía Oriental las llaves del local municipal situado en la calle Emilio Pérez en el que a partir de septiembre se prestará el servicio postal, eliminando así los temores de los más de 5.000 vecinos de Cabo de Gata, pero también de las pedanías de Ruescas, Pujaire y La Fabriquilla que se verían afectados, cifra que se elevaría a 30.000 en los meses de verano.

Quizá en el día a día de la gestión municipal situaciones como la ocurrida con Correos en Cabo de Gata puedan parecer menores, como lo puede parecer que se funda una farola o que se arregle una baldosa, pero no lo son porque los vecinos nos votan para que les resolvamos sus problemas, los grandes, pero también los pequeños, y es obligación de su Ayuntamiento garantizar que todos los vecinos reciban los mismos servicios, independientemente del barrio en el que vivan, y que éstos sean de la mayor calidad posible.

La sensibilidad del alcalde y de su Equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Almería va en esa línea porque es nuestra obligación y nuestro objetivo, de ahí el contacto permanente con los vecinos, pero, dicho esto, también es cierto, como decía al principio, que para que las cosas funcionen todos debemos remar en la misma dirección porque todos, cada uno desde su circunstancia particular, formamos parte de la ciudad y de sus barrios.