Lo que no veremos

Si hay que elegir entre la realidad y el dogma, el heroico artista español elige sin dudar el dogma

El otro día, hablando con amigos aficionados al cine, nos preguntábamos por qué había películas o series que ningún director/a español se atrevería a rodar. Por ejemplo, una película –o mejor aún, una serie– sobre un colegio público repleto de inmigrantes en un barrio cualquiera del extrarradio de una gran ciudad. Una película que contara la vida atribulada de los profesores, de los alumnos, de sus familias (si las tienen) y del barrio. Una película que se atreviera a meter las narices en las causas del fracaso escolar. Una película –o una serie– que hablara de lo que ocurre día a día en esas aulas. ¿Sería posible? Esas películas se ruedan a porrillo en Francia, pero aquí son tan inimaginables como una inmersión en la Fosa de las Marianas. ¿Por qué? Ah, amigos, muy fácil: no hay productor ni director que quiera meterse en el terreno minado de la enseñanza pública. Porque lo que ese director/a contara podría poner en cuestión los sagrados dogmas de la Santa Madre Iglesia Progresista, y no hay nada que tema más un artista español que contravenir los sagrados dogmas de la izquierda. Si hay que elegir entre la realidad y el dogma, el heroico artista español elige sin dudar el dogma incuestionable. O sea que desengáñense, nadie rodará esa película. Olvídenla.

Y pensemos en otro caso hipotético. ¿Se atrevería el cine español a hacer una película o una serie sobre el detenido por haber organizado el atentado contra Alejo Vidal-Quadras, un atentado sobre el que reina un extraño silencio, dicho sea de paso? ¿La rodarían los Javis, por ejemplo? Porque el personaje es tan atractivo como esas hermanas de un grupo de pop cristiano que les han inspirado La Mesías. Repasemos los hechos: ese personaje creció en una comuna de hippies de la Alpujarra, hijo de yonquis que lo abandonaron, y luego fue adoptado de niño por un judío hasta que se convirtió en la adolescencia al islam chií. ¿Hay un personaje más atractivo para describir el mundo tenebroso de las sectas? ¿Hay una forma mejor de retratar la dolorosa necesidad de buscarnos una identidad cuando hemos crecido sin nada a lo que agarrarnos? ¿Hay un personaje que defina mejor nuestra época? Pero no se preocupen: no habrá un documental ni una película sobre este personaje. La realidad no sirve si es incómoda. Es mucho mejor la propaganda disfrazada de “cultura”.

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