Tribuna

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

Escritor y periodista

Huérfanos de pensamiento

Un buen amigo, muy docto y gran lector, me ha recomendado un libro; "La Ilustración" (Alianza Editorial) del historiador inglés Anthony Padgen. La recomendación de un buen libro es un gran regalo, para algunos. Así que me dispuse a leer y aquí estoy metido hasta los tuétanos en una obra colosal que nos hace sentir y reflexionar como herederos de aquella grandiosa propuesta que pensadores europeos lanzaron al mundo hace ya varios siglos. Aunque a veces no sea tan evidente y apenas se recuerde, en mayor o menor grado somos hijos de la Ilustración. Como primera conclusión concreta el libro sostiene que la Ilustración es la génesis de nuestra civilización moderna.

Aquí me detengo en el libro y trato de trasladar estas reflexiones a nuestra época en Europa y en España. Algunos ya entrados en años, podemos permitirnos opinar sobre el compendio de experiencias, de éxitos y fracasos que han ido configurando la sociedad actual tal como la conocemos. Los cambios tan profundos que se están produciendo en las sociedades desarrolladas afectan todos los ámbitos de la actividad humana. La economía, la política, la religión, la cultura y todo lo que da forma a una sociedad están en permanente convulsión sin que hasta ahora se conozcan algunas metas o instrumentos capaces de aglutinar un pensamiento constructivo para el presente y el futuro de Europa, menos aún para España.

Desde la Ilustración hasta nuestros días, la vieja Europa ha ido marcando signos de agotamiento intelectual. Al margen de los avances de la ciencia, las grandes universidades europeas de donde salieron las ideas que han movido al mundo, hoy no alumbran ningún horizonte. Se percibe una ausencia de creatividad intelectual que se traslada a todos los ámbitos de la vida. Surgen dudas y avanza el desconcierto ante la información y la desinformación. Donde hay ausencia de pensamiento y de ideas matrices se está produciendo un fenómeno de masas cuya herramienta de expansión son las redes sociales. Internet y el libre acceso al mismo es el más significado instrumento de cambio que han conocido los tiempos. Por vez primera en la historia de la humanidad la información se produce en tiempo real para miles de millones de personas conectadas al mismo tiempo. Todos los hechos y acontecimientos planetarios no configuran en modo alguno un pensamiento, un proyecto, ni siquiera algunas ideas constructivas en beneficio de la humanidad.

Y aquí habrá que reflexionar sobre el papel histórico de las derechas y las izquierdas como entidades aglutinadoras de voluntades y su posible responsabilidad en relación sobre la decadencia que se percibe en la mayoría de los países europeos donde la ilustración tuvo presencia y consecuencias. Las ideologías políticas predominantes en Europa desde la revolución francesa, hija de la Ilustración, han protagonizado algunos episodios que pretendían la trasformación de las naciones y de la sociedad. Dos hechos fundamentales ocurrieron a mediados del siglo XIX y principios de siglo XX y pretendieron pilotar los cambios radicales de la revolución industrial y el avance de las ciencias. Los grandes Imperios coloniales sucumbieron en la guerra europea de 1914/1918. Un nuevo horizonte se abría a millones de europeos que conocieron los avances de la industria, la máquina de vapor, las fábricas, los obreros, los sindicatos, la visualización de estratos sociales muy distanciados. La izquierda entendió la oportunidad de dar forma a esa sociedad industrial con unas propuestas radicales que cobraron forma en El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Frederick Engels publicado en Londres en 1848. Fue el motor de La revolución rusa de 1.917 y de la implantación del comunismo en el vasto territorio del que fuera el mayor imperio euro asiático. Las consecuencias de la primera gran guerra europea, la nueva realidad política de la URRS, la situación de la economía que afectó con dureza las clases trabajadoras y a la producción industrial así como otras causas fueron caldo de cultivo para otra manifestación de carácter ideológico que traería consecuencias políticas y una nueva guerra europea y mundial de 1.939/1.945 devastadoras para Europa. La publicación de Mein Kampf por Adolfo Hitler en 1.925 fue un revulsivo en una Alemania derrotada que sufría las restricciones y condenada a pagar cuantiosas indemnizaciones por daños de guerra según el Tratado de Versalles. Ambos libros, El Manifiesto Comunista y más tarde Mein Kampf traerían consecuencias devastadoras para Europa y los regímenes que emergieron fueron fieros exponentes de ideologías de carácter totalitario que marcaron la historia del siglo XX en Europa y en el mundo. Dos monstruos que llevaron a Europa a un retroceso en los derechos y libertades y fueron causa de odios y violencia que llevaron a las principales potencias a otra guerra extendida a todo el continente que fue escenario de la más cruenta manifestación de los seres humanos degradados hasta la inhumanidad. Sentimientos arraigados en el alma de los europeos desde la Ilustración desparecieron impulsados por unas proclamas encendidas de dirigentes políticos, filósofos, profesores e intelectuales que renunciaron a los principios y valores de la Ilustración. Desde aquellas aciagas fechas, ni las derechas ni las izquierdas han sido capaces de alumbrar unas ideas constructivas para la sociedad cambiante del siglo XXI. Lo más parecido fue aquel proyecto de los vencedores de la II Guerra Mundial que entendieron un proyecto para avanzar en la paz hacia el progreso de las naciones de Europa. Primero con los tratados del carbón y del acero, mas tarde con unos vínculos sobre el comercio, sobre la moneda , sobre algunos impuestos, sobre libertades para los ciudadanos de esta Unión Europea que actualmente conocen las ventajas de pertenecer a una organización supranacional que impulsa con medidas sobre la economía y las finanzas el desarrollo de las naciones. Sin menospreciar la voluntad benéfica de los padres fundadores de la UE, llegados a estas fechas, se observa la ausencia de unas políticas comunes vinculantes en el orden legislativo, también en la organización política de una Europa verdaderamente unida. Habrían de estar presentes los principios que dieron luz a Europa; el pensamiento clásico alumbrado por los filósofos de Grecia, el orden y el derecho del Imperio Romano, y los lazos espirituales del cristianismo. Los pilares de esta civilización que ahora perece decadente.

Es por todo esto que parece llegado el momento de vindicar una Nueva Ilustración para recuperar la grandeza del espíritu, los derechos del hombre, la virtud cívica, ampliar sin límite el espacio de la cultura, iluminar las mentes de millones de ciudadanos que se sientan libres y ejerzan la libertad sin complejo alguno, asentar la democracia en los principios pre democráticos de la educación cívica, el respeto, la tolerancia, la convivencia. Sin esas firmes referencias será imposible la paz y sin la paz no hay régimen político que merezca la pena.

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