Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería

¿Fue diseñado, genéticamente, El SARS-CoV-2?

«El SARS-CoV-2 fue diseñado, genéticamente, para atacar a los humanos». Hace falta saber si la verosimilitud psicológica de Li-Meng Yan es casi psicoanalítica como la de Agatha Christie, una vez mecanografiado el trhiller por la vieja Olivetti

¿Fue diseñado, genéticamente, El SARS-CoV-2? ¿Fue diseñado, genéticamente, El SARS-CoV-2?

¿Fue diseñado, genéticamente, El SARS-CoV-2?

Fígaro, Joseph Pulitzer, Nellie Bly, John Reed, Truman Capote, Rodolfo Walsh, Oriana Fallaci, Ryszard Kapuscinski, Hunter S. Thompson, Bob Woodward, Carl Bernstein, Robert Capa son los nombres del periodismo. Por ellos, hay que caligrafiar lo que una antigua mañana descubrimos. La segunda ola de la pandemia y sus terribles consecuencias en los diversos ámbitos entretejen los instantes inagotables de la información. Hace un tiempo, Li-Meng Yan, la viróloga, la cual huyó de Hong Kong, perseguida y difamada, zaherida y amenazada, afirmó que presentaría un informe, con pruebas científicas, sobre los orígenes del patógeno. Siempre ha manifestado su desacuerdo con la tesis del régimen chino y con quienes defienden que no hay que buscarle los tres pies al gato, puesto que la explicación, para ellos, está en la naturaleza. Obvio es que quienes así piensan también pueden errar, dado que el dicho correcto tiene otra geometría de las palabras: «Buscarle cinco pies al gato y no tiene más que cuatro». Pues bien, la investigadora Li-Meng Yan y otros prestigiosos expertos hacen suyo, para aplicarlo a su teoría, que, en lugar de cuatro pies, son cinco con el rabo. El informe de veintiséis páginas, que la viróloga presentó el lunes pasado, lleva el título de «Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren una sofisticada modificación en laboratorio en lugar de una evolución natural». La científica expone en el texto que el letal coronavirus fue creado entre probetas. Esta es la otra verdad bradleeana sobre el pasado y presente de una pandemia que ha contagiado a treinta millones de personas y ha acabado con la vida de un millón.

No estamos ante la ficción, ni ante el misterio literario, ni ante la intriga, ni ante el suspense, ni ante el laberinto de las esquinas, amaneceres y madrugadas oscuras de La sombra del viento del recordado Carlos Ruiz Zafón. Mas las similitudes existen, como si Li-Meng Yan fuese una detective del novelista catalán y tratara de ambientar un nuevo relato en la China del siglo XXI, con Wuhan, al fondo del cuadro tenebrista. De nuevo, vuelve el dicho con la cita del Quijote, a modo de diálogo que todo lo confiesa: «Y enderécese ese bacín que trae en la cabeza y no ande buscando tres pies al gato», le dice el comisario a Don Quijote en el capítulo XXII de la obra. «Vos sois el gato, el ratón y el bellaco», replicó Don Quijote. La conclusión, como un silogismo orteguiano, que busca, hasta hallarla, la sintaxis benotiana, para convertirla en arquitectura del tiempo, se hace esperar tal fuera la escena final de Lo que el viento se llevó: «Frankly, my dear, I don't give a damn». La traducción al español del enunciado de la película («¡Francamente, querida, me importa un comino; un bledo!») y de la novela, la cual da lugar a la misma («¡Todo, querida, me importa un carajo!»), que asevera Rhett Butler (Gable) a Scarlett O'Hara (Leigh), anticipa el golpe de

la ola que puede dar Li-Meng Yan si su estudio lleva el membrete de la realidad, en lugar de las señas de identidad de la ficción. El enigma no se descubre tomando un café Kapi Luwak, sino una copa de vino Tío Pepe Cuatro Palmas, en el nombre de lo que buscamos al otro lado de la oscuridad. No hay que enredar la madeja, sino descifrar e investigar con el don de Hipócrates y la agudeza de Sherlock Holmes, el Padre Brown, Hércules Poirot, Philip Marlowe, Charles Auguste Dupin o Sam Spade para exclamar que el principio del análisis de Li-Meng Yan y sus colaboradores pone los pelos de punta: «El SARS-CoV-2 es un producto de laboratorio y fue creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y ZXC21 como plantilla». ¿Es esta mujer, además de una brillante investigadora, Agatha Christie, Cordelia Grey o Jane Marple? El tren de las 4.50 ha llegado. Suman y siguen los contagios y los decesos. La proteína S pudo haber sido manipulada artificialmente, después de lo cual el virus adquirió la capacidad de unirse a ACE2 e infectar a los seres humanos. Una observación, que con el mismo estilo de Auguste Dupin, precisa que el genoma sugiere que el SARS-CoV-2 puede ser producto de la manipulación genética. El enigma lleva una máscara. Jules Maigret, con la pipa en la boca, sigue buscando pistas. «El SARS-CoV-2 fue diseñado, genéticamente, para atacar a los humanos». Hace falta saber si la verosimilitud psicológica de Li-Meng Yan es casi psicoanalítica como la de Agatha Christie, una vez mecanografiado el trhiller por la vieja Olivetti. Aun cuando el cliffhanger de la viróloga no sea el de Edgar Wallace y pueda parecer un servicio de streaming como Netflix.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios