Lo dicen todas las encuestas, los ciudadanos llegan al 10 N cansados, desconfiados y hartos del empalago de una campaña electoral infructuosa y en ciertos casos sobrada de excesos y mentiras irritantes. Un tercio de los electores continúan indecisos hasta esta fecha y aumenta el nivel de volatilidad de los resultados finales. los debates en televisión, los mítines y otras técnicas electorales no han servido de mucho. Las elecciones, según se han planteado no motivan al electorado y ese es el principal fracaso de los actores políticos.

Hay una cuestión de fondo que podría explicar esta situación y que ningún partido político ha tratado de abordar. La democracia no es un sistema político que se sustente con el simple enunciado y repetir puntualmente el ritual de las urnas. La democracia ha de alimentarse de impulsos cívicos, de ilusión, de esperanza y confianza en el sistema y en quienes de manera voluntaria se presentan para representar la voluntad del pueblo. Ninguno de estos impulsos anima a los votantes este domingo crucial. Más bien una desgana que refleja el desánimo de una sociedad que nunca imaginó que circunstancias tan graves y excepcionales como las que todos conocemos pudieran cambiar el presente y el futuro de esta generación y legar una herencia de despojos. Y como cuestión esencial detallar que el objetivo que da sentido a la existencia de partidos políticos que ejercen en régimen de representatividad parlamentaria es la consecución del interés general en aras del bien común. A la vista que estas dos premisas son manifiestamente ignoradas en España, según las encuestas una mayoría de votantes no cree que lo que resulte hoy en las urnas vaya a solucionar los graves y urgentes problemas que reclama la sociedad . Todo lo visto y oído en estos largos meses de interinidad y continuada campaña , que en realidad comenzó tras el 28 de abril de este año, no apunta el menor atisbo de acuerdo de gobernabilidad que con los suficientes apoyos y la solvencia debida pudiera afrontar decididamente esta crisis institucional y política.

Lo más irritante es que esta realidad deprimente la conocen con detalle todos los que concurren a las elecciones. Y singularmente quienes más responsabilidad acaparan aunque sea en funciones de interinidad. Resulta una anomalía, aunque esté dentro de la legalidad del sistema , que se convoque a los ciudadanos a votar por segunda vez en seis meses y por cuarta vez en cuatro años. Pero lo que reflejan las encuestas es que se acude a las urnas con más dudas que convicciones, con mucho desánimo y cierto asco. La política y los políticos son el segundo motivo de preocupación de los españoles según las encuestas. La distancia entre la clase política y la sociedad se agranda y con ello se debilita la base del sistema. Y de manera inconsecuente la política no corrige un rumbo que ya marca distancia con su verdadera esencia y razón de ser. Y así, algunos significados dirigentes políticos para continuar en su desmedida preponderancia y poder tratan de eludir compromisos y se refugian en el marketing de "producto" mercantilizando los mensajes, los discursos y los programas electorales, desnaturalizando su primordial función y orientados a la consecución obsesiva del poder. Esta es una de las razones que en estos repetidos periodos electorales se haya hecho tan visible la profesionalización progresiva de la actividad política . Al comienzo de La transición democrática afloró una clase política de tendencias plurales comprometida con esta nueva etapa política , suficientemente asentada en la vida laboral y forjados en el esfuerzo de la realidad cotidiana. Profesionales capacitados de todas las ideologías que una vez cumplieron con su cometido dieron el relevo político y silenciosamente y con toda normalidad volvieron a sus lugares de trabajo. Desde hace ya años, la política en general ha ido descendiendo en calidad y ello se entiende a tenor de los historiales laborales de quienes desde hace años vienen acaparado la mayoría de cargos en los distintos partidos. La Ley de partidos, la propia ley electoral y otras circunstancias menos dignas amparan y estimulan la profesionalización de tantos jóvenes que no encuentran mejor salida a sus vidas que la carrera política desde las menores instancias de los partidos hasta lograr una acta o un cargo público. Y una vez logrado la mayoría, no todos, se aferran con ahínco tal vez porque no conocen otra vía que la política para mantener un nivel económico y social relevante .Y de algún modo esto tiene relación por cuanto esta circunstancia influye y puede determinar la actitud de tantos que resultarán elegidos este domingo y habrán de tratar de conformar una mayoría legislativa y de gobierno. En este tesitura clave para el presente y futuro de España aunque fuera por instinto humano ante la incertidumbre defenderían su " empresa" ( el partido benefactor ) empujados por intereses enmarcados en lo particular y tal vez no acordes con los intereses de España y del bien común. Esto ya se ha probado en sucesivas ocasiones y es también otra causa que se haya de volver reiteradamente a las urnas.

Con todo ello la paradoja de la democracia es que los ciudadanos no tienen otra herramienta que el voto para afirmar ciertas políticas o para tratar de cambiarlas. Por ello cada elector en ejercicio de responsabilidad podrá acudir con su voto que es la base que legitima de este sistema que nos hemos dado. Y votar en conciencia, en libertad, con la reflexión sincera del significado y el valor de cada voto y sus consecuencias. Si se cumple la voluntad democrática expresada en las urnas, por encima del pesimismo es posible que este domingo comience a trazarse un nuevo rumbo de esperanza. Si los dirigentes políticos decisivos fueran capaces de abrazar la causa de España sin reservas, un poquito de humildad y autocrítica, sería también posible que se abra un espacio de entendimiento entre los propios dirigentes , militantes y simpatizantes de todos los partidos políticos para hacer viable la convivencia , la tolerancia y el respeto en todos los pueblos y ciudades de España . Es posible en suma que comience a latir el pulso de esta nación estimulado por la energía que nace de la voluntad democrática del pueblo. Y ser capaces con la responsabilidad histórica que señala ocurra lo que ocurra a los grupos políticos mayoritarios hacer valer el Estado de Derecho en todas las regiones y Comunidades y la defensa constitucional de todas las libertades e igualdad que hemos logrado juntos en estos cuarenta años de convivencia. Sería el mejor resultado de estas decisivas elecciones.

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