Tribuna

Juan fernández Gómez

Licenciado en Humanidades

El trazado ortogonal de Vera

El trazado ortogonal de Vera El trazado ortogonal de Vera

El trazado ortogonal de Vera

La intención de estas líneas es dar a conocer el trazado de la ciudad de Vera en tiempos de nuestro Emperador Carlos V, con tal fin, hemos consultado los cuadernos de Roel que han sido de vital ayuda. La similitud de Vera con las ciudades del caribe se puede incluir en un marco de proceso de conquista con una forma y un fondo que responde a intereses de los conquistadores, en el que consta por una parte el dominio militar y por otra el político; es decir, una vez conquistada la plaza, se alimentaba la mentalidad de no abandonarla. Geográficamente la ciudad constaba de un recinto cuadrangular amurallado con calles perpendiculares que estaban trazadas a modo de cordel ortogonalmente con la plaza de armas en su centro, precededida por la iglesia, que entre otras cosas serbia de parapeto a la plaza ante cualquier ataque por sorpresa sobre la gente que se hallaba en ella. Pero todo este procedimiento no responde solo a teorías de carácter formal; en el Reino de Granada se establecía una organización que respondía a intereses políticos dominantes que partían de una población minoritaria, que por otra parte intenta el dominio sobre otra de carácter mudéjar y después morisca mucho más numerosa que además se encuentra diseminada y extendida. Todo se convierte en un antecedente del ejercicio del poder que los españoles llevarían a cabo sobre las poblaciones indígenas. De toda esta política, la diferencia que existía en las ciudades del Reino de Granada y las de carácter indígena, es que en las segundas la forma y el fondo se confundían dado que se formaban con un carácter más general, mientras que en la península se contaba con la existencia de las mismas y ante un modelo nuevo de trazado, como era la ciudad de Vera, marcando consignas nuevas dentro del mundo morisco, que cuando menos resultaba sorprendente, máximo si pensamos que las ciudades medievales y musulmanas estaban situadas sobre colinas empinadas y laderas protegidas a veces por amurallamientos que respondían a la orografía del terreno, además de buscar una finalidad de clanes familiares que se agrupában en torno a una zona determinada. Ahora bien, estamos ante un modelo de ciudad totalmente nueva que marca el paso de las ciudades medievales a las modernas, de calles rectas, perpendiculares que dan vista a la puerta de salida, además rodeados de forma regular, lo cual no solo fue una novedad para los moriscos; sino que ejerció una función psicológica, que no era más que la que irradiaba el dominio cristiano imponiendo su autoridad sobre el musulmán. Ante esta disyuntiva es interesante destacar que la única edificación que quedo en pie, tras el trazado moderno, fue el Corpus Domine, algo que se consideró como milagroso por parte del papa León X, por lo que ofreció su colaboración en la construcción de la ciudad, la iglesia y el hospital; lo cual confirmaba la buena relación que existía entre iglesia y monarquía, representada por Carlos V, soberano católico al que lo avalaba su lucha contra la Reforma del Protestantismo y que no dudo un ápice en unirse en tal empresa al Pontífice. A todo esto hay que decir que el hecho de que quedase en pie el Corpus Domine representaba una transcendencia divina en la mentalidad de las gentes, propia de la época, donde la cuestión religiosa se podría decir que acabo santificando a la población, casi bautizándola, creando un jubileo, romería que los distinguía de manera especial dentro de la más pura tradición cristiana. Naturalmente no se puede pasar por alto el templo parroquial, que responde a la construcción iglesia fortaleza como nuestra catedral, sus cuatro torres se asemejan al castillo medieval, sus escudos: el papal, imperial y episcopal, respondían al poder político y religioso propio del siglo XVI; pero ante todo era la casa de Dios, la que ofrecía todo lo cristiano, la que pregonaba el paralelismo entre templo y ciudad, su traza cuadrangular, era una prolongación de la propia iglesia cristiana con sus fieles y su estructura formal, se podría decir concluyendo, que la ciudad de Vera en torno a 1520 se caracteriza por formar un proceso de cristianización arquitectónica inscrito dentro de un marco político religioso que desemboco en la rebelión de 1568.

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