Crisis gobierno El Ejido

El Ejido, decálogo de un divorcio sonado

Juan José Bonilla y Francisco Góngora, al finalizar la sesión de investidura, en 2019. Juan José Bonilla y Francisco Góngora, al finalizar la sesión de investidura, en 2019.

Juan José Bonilla y Francisco Góngora, al finalizar la sesión de investidura, en 2019. / D. A.

Escrito por

· Alejandro Morales

Redactor

“Señor Bonilla, los populismos los deja usted para el camión. Haga usted el favor de no hacer populismos en este Pleno. Lo suyo es mera palabrería”. Corría el 9 de noviembre del recién concluido 2020 y quien espetaba estas palabras a Juan José Bonilla, a la sazón portavoz del grupo municipal de Vox y por entonces miembro del gobierno municipal de El Ejido, no era otro que el alcalde, Francisco Góngora, socio de aquel en la cúpula de la gestión municipal y, ya por entonces y prácticamente desde el principio, extraño compañero de ‘cama’ en una historia que, como se podía barruntar, ha terminado finalmente con ‘trastos volando’ y un divorcio efectivo y definitivo.

Aquel Pleno telemático, mientras se debatía una moción presentada por el PSOE sobre la limpieza del campo, y después de que Bonilla tomara la palabra “como agricultor”, y se dirigiera a “ustedes los políticos” (desmarcándose así de la actividad que decidió ejercer antes de las elecciones para dejar a un lado temporalmente su ejercicio como abogado), ponía sobre la mesa de forma pública, a la vista de todos, que aquella extraña pareja estaba muy lejos de comandar un frente común, y ya ni siquiera era capaz de lavar los trapos sucios de puertas hacia adentro. El intercambio de reproches suponía la punta del iceberg de una tormentosa historia que se inició con el arranque de la legislatura y que ha tenido muchos hitos durante estos poco más de 18 meses de tortuoso camino. Estos son algunos de los más importantes.

Francisco Góngora no se cansó de repetir desde el minuto 1 que prefería gobernar en solitario pese a estar en manifiesta minoría

Era esperable que en el seno del equipo de Gobierno hubiera dos ‘bandos’ desde el principio, y de hecho, pese al acuerdo que en teoría iba a dar estabilidad a la acción de gobierno tras el resultado de las elecciones, Francisco Góngora no se cansó de repetir desde el minuto 1 que prefería gobernar en solitario pese a estar en manifiesta minoría. Por eso, se diría que ahora, pese a la evidente crisis de Gobierno, el regidor ha respirado aliviado.

El precedente de la entente en administraciones superiores como la Junta de Andalucía y en otros Ayuntamientos ayudó a que las cúpulas de ambos partidos impulsaran esta extraña integración. Y se firmó. Pero Vox alude como razón de peso para la ruptura no haberse sentido nunca integrado en el Gobierno ejidense, no haber podido implementar prácticamente ninguna de sus propuestas recogidas en su ideario político, haberse visto ‘silenciado’ por sus socios y ni siquiera haber podido tener su propia iniciativa desde el punto de vista de la comunicación. Quisieron tener un responsable de prensa ajeno al gabinete del Ayuntamiento y, como parece lógico, no se les permitió. Tampoco han podido, lamentan, ‘vender’ por sus canales en redes sociales aspectos relacionados con sus áreas de gestión, quedando supeditados a las directrices marcadas por el gabinete y, en última instancia, por el área de Alcaldía.

Pero ha habido desencuentros más importantes, relacionados con la ideología de unos y otros. A nadie se le escapa que hay varios aspectos troncales en el ideario de Vox, y uno de ellos tiene que ver con la violencia hacia las mujeres. Aquí, los desencuentros han sido manifiestos y muy erosivos para el Partido Popular, ya que han dado argumentos continuamente para la crítica de la oposición y de muchos vecinos. Para Vox no se debe aislar la violencia machista del resto y es por ello que el Día para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres es una fecha en la que nada hay que celebrar o reivindicar.

Las razones ideológicas erosionaron la relación: violencia de género y LGTBI, lo que más

El 26 de noviembre de 2019, pocos meses después del inicio de la legislatura y al día siguiente de la celebración del 25N, tanto el PSOE como Cs solicitaban públicamente la dimisión de Almudena Martínez, concejala de Servicios Sociales y seguramente la edil con más visibilidad en este año y medio de los 7 que componen el grupo municipal de Vox, muy por encima incluso del propio Bonilla. Martínez “no cree que la violencia de género exista”, argüía el PSOE por entonces. “Es inaudito que este cargo público no apoye los actos que organiza su propia área municipal”, señalaba, por su parte, el portavoz de Cs, Cecilio Vargas, quien añadía que la situación “nos provoca vergüenza ajena y lo consideramos una falta de respeto y sensibilidad hacia las 52 víctimas de violencia machista en lo que va de año”.

En efecto, Martínez no acudió a los actos organizados por su propia concejalía, tras haber dejado clara su postura días antes en el seno del Consejo Municipal de la Mujer. Este fue uno de los muchos “quebraderos de cabeza”, en palabras del alcalde, que ha tenido que soportar en este tiempo. Sapos que tragar en pos de la “lealtad” y la pretendida “estabilidad” que se ha demostrado imposible.

La adhesión del Ayuntamiento de El Ejido al sistema VioGén del Ministerio del Interior ha sido otro importante foco de conflicto en el mismo ámbito y conllevó, a raíz de una considerable oleada de críticas desde dentro y fuera de El Ejido, una sonada rectificación que también ayudó a empeorar las relaciones de los socios. Se trata de un programa de seguimiento y protección de las mujeres víctimas de violencia de género, al que hay asignados varios agentes de la Policía Local ejidense y del que el Ayuntamiento en un principio solicitó desmarcarse a instancias de Vox, para después dar marcha atrás. Juan José Bonilla explicó este viernes, en su comparecencia tras la ruptura del pacto, que la petición se fundamentaba en que estas competencias tendrían que recaer sobre la Policía Nacional y que la Policía Local debía dedicarse a otras tareas. Y que, al fin, fue esto lo que motivó aquel paso en falso, que nuevamente generó peticiones de ceses por parte de la oposición y colocó en el disparadero incluso a nivel nacional al equipo de Gobierno. El PP, de hecho, apoyó una moción plenaria del PSOE solicitando continuar en dicho programa y Vox votó en contra, evidenciando nuevamente las discrepancias entre los compañeros de ‘viaje’.

El embrollo del sorteo de un coche organizado por un área de Vox puso la ‘puntilla’ al pacto

Y también desde el punto de vista ideológico, la negativa de Vox a que se exhibiera el emblema del Orgullo LGTBI durante la celebración anual de esta causa generó otra importante polvareda. A instancias de Vox, la bandera multicolor desapareció durante varias horas de los perfiles oficiales en redes sociales, haciendo gala del ‘logro’ el propio partido de derechas en sus canales. El alcalde instó al equipo de Bonilla a no hacer un uso ideológico de las instituciones y mantuvo el emblema en el patio de luces del Ayuntamiento, apelando a Vox a que trabajara por la no discriminación por razón de orientación sexual y de cualquier tipo.

Y tan o más llamativa fue la penúltima polémica protagonizada en la ahora extinta relación PP-Vox, desencadenada hace solo unos días, tras conocerse que el sorteo de un coche celebrado por el Ayuntamiento para incentivar las compras locales ha de decretarse como nulo, al no haber incluido en el bombo todas las papeletas. El evento lo organizaba el área de Comercio, gestionada por Vox, que hubo de pedir disculpas a instancias del propio Alcalde, sin que por el momento se haya resuelto el entuerto.

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