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Se jubila doña Jerónima, la maestra de Religión de miles de niños de Vera

Jerónima Caparrós deja el CEIPReyes Católicos tras 29 años. En la pizarra, una cita de “El principito” que resume bien su filosofía de vida. Jerónima Caparrós deja el CEIPReyes Católicos tras 29 años. En la pizarra, una cita de “El principito” que resume bien su filosofía de vida.

Jerónima Caparrós deja el CEIPReyes Católicos tras 29 años. En la pizarra, una cita de “El principito” que resume bien su filosofía de vida. / V. Visiedo P.

reliEl colegio Reyes Católicos de Vera ha perdido a uno de sus pilares. Se ha jubilado doña Jerónima, la maestra de Religión de estas últimas tres décadas. Una persona muy querida, “cuyo hueco será imposible de llenar”, como asegura Lola García, la directora del centro.

Jerónima Caparrós se despide del colegio veratense tras 29 años dando clase, después de que llegase en 1994 para impartir la asignatura de Religión tras la jubilación de la monja que hasta entonces se ocupaba de ello. Desde entonces, miles de niños de primaria y secundaria han recibido sus lecciones y su ejemplo de vida, porque siempre ha tenido claro que el acompañamiento emocional a los alumnos y sus familias es una parte muy importante de la labor del docente.

A esos 29 años en el Reyes Católicos se suman otros 12 en el colegio de las Hijas de la Caridad, donde “aprendí a ser maestra”, según reconoce. Fue su primera experiencia docente tras acabar la carrera y guarda un grato recuerdo de esa etapa.

Pero empecemos el relato por el principio. Jerónima Caparrós Soler nació el 4 de junio del 1957 en la calle Albarderos de Vera, en una zona conocida popularmente como “El Barrio”. Pero cuando tenía solo ocho años, sus padres, Pedro Caparrós Simón y Paca Soler Mellado, decidieron mudarse a la calle La Plata. Y allí, más de medio siglo después, sigue viviendo todavía.

Ya desde niña cultivó el gusto por la literatura y solía escribir poemas, una afición que mantiene hoy en día. “Tuve una infancia feliz, jugando con los niños y niñas de mi generación en la calle”, recuerda. Y como muestra de que su carrera ha sido puramente vocacional, asegura que ya de pequeña le encantaba jugar a las maestras.

Estudió en el colegio de las monjas, donde entró con solo tres meses, y al que volvería ya como maestra con 22 años, tras estudiar Magisterio en Granada. “Me llamaron para hacer una sustitución de tres meses en 1979 y me quedé 12 años”, cuenta Jerónima. Sin experiencia, tuvo que hacerse cargo de una clase con 50 niños de tres, cuatro y cinco años. “Aún estaban en esa escuela mis maestras de párvulos y primaria y me ayudaron mucho en esos inicios”, admite.

Jerónima Caparrós con una de sus primeras clases, en el colegio de las Hermanas de la Caridad. Jerónima Caparrós con una de sus primeras clases, en el colegio de las Hermanas de la Caridad.

Jerónima Caparrós con una de sus primeras clases, en el colegio de las Hermanas de la Caridad. / Familia Ambel Caparrós

En 1991 cerraba el colegio de las Hijas de la Caridad, tras casi un siglo dedicado a la educación de los veratenses. Jerónima ya entonces compaginaba su trabajo en la escuela con otras labores altruistas como dar clases a adultos, catequesis, colaboración en la parroquia... Su máxima siempre ha sido que “para ser feliz en la vida hay que dar a los demás”.

Fue en esos primeros años de la década de los 90 cuando su vida cambió de forma radical: en el 90 conoció a Pepe, su marido; se casó con él un año después; y en 1992 nació Valentina, su única hija.

En 1994 llegó al colegio Reyes Católicos para enseñar Religión. “Venía de dar infantil, pero la Religión siempre me ha apasionado, porque ya daba catequesis a mayores”, explica. Sin embargo, entendió que no podía dar clase de Religión de la misma forma que se da catequesis: “evangelizamos con los métodos de la escuela”.

El pasado 31 de marzo dio su última clase, justo antes de las vacaciones de Semana Santa. “Han sido 44 años que se me han pasado volando”, dice echando la vista atrás a toda su trayectoria. Su caso es el vivo ejemplo de esa famosa frase que dice: “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Y es que admite que “me gustaba tanto mi trabajo que lo vivía como un hobby”. Por eso siempre la vieron con una sonrisa en la cara, desde el primer día al último. “Aprendí que la mochila con las preocupaciones y las cosas malas del día a día hay que dejársela fuera del colegio”.

Jerónima, con su hija Valentina, en una de las aulas del Reyes Católicos. Jerónima, con su hija Valentina, en una de las aulas del Reyes Católicos.

Jerónima, con su hija Valentina, en una de las aulas del Reyes Católicos. / Familia Ambel Caparrós

En el Reyes Católicos se queda “una parte de mi vida muy importante y muy gratificante”. Han sido muchos años de dedicación, compañerismo y vivencias. “El mejor recuerdo que me llevo es el cariño de los niños”, dice con ternura. Y es que doña Jerónima es una maestra muy querida, tanto por sus propios compañeros como por los alumnos. “Me he dado cuenta de que me he hecho mayor porque los niños quieren abrazarme; supongo que me ven como a una abuela”, bromea.

Más de cuatro décadas dedicadas a la enseñanza dan para mucho. Tanto que Jerónima Caparrós quiere emplear estos primeros años de su jubilación a escribir un libro sobre educación y sus experiencias educativas. Ella ha vivido el cambio que se ha producido en los colegios públicos durante este tiempo: “Lo que ha cambiado es la sociedad; al principio apenas había uno o dos niños de otras religiones, pero ahora es muy diferente”, explica. Por eso asegura que hay que adaptarse a la multiculturalidad, porque “no podemos educar igual que nos educaron a nosotros”.

Dicen que son tiempos difíciles para ser docente. Muchos lamentan que se ha perdido el respeto por los maestros y que es complicado lidiar con los niños de ahora. Pero para Jerónima no es así. “Puedo decir que los niños jamás me han faltado el respeto, ni yo a ellos”, afirma. “A mí no me gusta recrearme en el pasado, sino que hay que adaptarse a los tiempos”. De hecho, para Jerónima la escuela es un intercambio de saberes: “los niños me han enseñado muchas cosas; y yo también les he dado lecciones que no salen en los libros”.

Una jubilación activa: escribir, leer, viajar...

“No quiero empobrecer mi mente”. Esa es la máxima con la que Jerónima Caparrós afronta la jubilación. Pero tampoco quiere hacer muchos planes de antemano. Siempre le ha gustado escribir, así que pretende dedicarle tiempo a ello. Aparte del libro sobre educación antes mencionado, pondrá en orden todas las poesías, cuentos y demás relatos que ha escrito a lo largo de su vida. “Es muy activa, no creo que se vaya a aburrir”, dice Valentina, su hija.

Jerónima Caparrós hace unos días en el colegio Reyes Católicos de Vera. Jerónima Caparrós hace unos días en el colegio Reyes Católicos de Vera.

Jerónima Caparrós hace unos días en el colegio Reyes Católicos de Vera. / V. Visiedo P.

El tiempo libre lo dedicará también a la lectura, a viajar, y a su familia. Y, por supuesto, no concibe la vida sin el servicio a los demás, como ha hecho siempre. “Quiero hacer algo de voluntariado, pero acorde a la edad que ya tengo”, asegura. Durante 18 años fue delegada comarcal de Manos Unidas, pero se quedó con la espinita de no haber ido nunca a África. Pero nunca es tarde...

Este viernes por la noche sus amigos, familiares, compañeros y exalumnos celebrarán con ella su nueva etapa vital. Los recuerdos sobrevolarán la Terraza Carmona donde, seguro, no faltarán los abrazos. Porque se jubila doña Jerónima, la maestra que supo enseñar la Religión derrochando cariño.  

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