Semana Santa

Dolorido quejío de Saetas (I)

  • La rima poética, precisa y preciosa, define los rasgos esenciales de la saeta. Nos sitúa geográficamente, marca la fecha propicia y sublima el sentir último de la copla andaluza

Cantaor. Óleo de Carlos Pradal.

Cantaor. Óleo de Carlos Pradal.

Viendo Jesús que su muertela tenía tan cercana,llamó a su madre, prudente,y con discretas palabrasse despidió de esta suerte:Quedad con Dios, madre mía;vuestra bendición espero,que ya se ha acercado el díaque enclavado en un maderose cumpla la profecía.

Para quienes estamos interesados en las manifestaciones culturales inherentes a la semana pasionista, la Saeta se convierte en un tema recurrente aún a riesgo de repetirnos, de ofrecer aspectos inéditos tras lustros abordando el tema. Valga en mi beneficio la función divulgadora iniciada en la ponencia <Saeta Flamenca en Almería. Estado de la cuestión>, presentada a las IIIª Jornadas de Religiosidad Popular -convocadas en abril 2001 por el Instituto de Estudios Almerienses y cuyas actas fueron publicadas más adelante. Dada la vigencia en los sustancial (orígenes, desarrollo hasta la pasada centuria) considero oportuno darlo a conocer (debidamente corregidos y fragmentados) en papel-prensa para una mayor divulgación entre os lectores de Diario de Almería, incluidos los de la edición digital.

La rima poética, precisa y preciosa, define como pocas los rasgos esenciales de la saeta. Lírica encendida de Manuel Machado que nos sitúa geográficamente, nos marca las fechas propicias y se adentra en la razón última de la copla arraigadamente sureña. Letra de contenido religioso con la que un pueblo, nuestro pueblo, se dirige a la divinidad. Lección de antropología individual y no gregaria, directa y sin intermediarios. Como un dardo devoto; a imagen de una sagita latina dirigida certeramente a su Cristo o Virgen.

Al franciscano Antonio de Escaray se debe el primer libro que cita las saetas rezadas

Pero no siempre fue así. La Real Academia admite tal acepción de vocablo a partir de su 4ª edición, en 1803: “Cada una de las coplillas sentenciosas y morales que suelen decir los misioneros, y que también se suelen decir durante la oración mental”. Vemos que nada se explicitaba aun de expresión “jonda”. Y en la actualizada de 2014: “Palo flamenco consistente en una jaculatoria o copla que una persona dedica a las imágenes de las procesiones”, habla de “palo flamenco”, en general, cuando en realidad se trata de una suma de estilos: seguiriya, carceleras, tonás, debla… Y en menor medida, prácticamente en desuso, por fandangos, malagueñas o tarantas. Pero antes de llegar a lo que hoy entendemos por Saeta Flamenca recorrió un dilatado trayecto.

Los orígenes

El espacio disponible no nos permite un relato pormenorizado del ingente material acumulado centuria a centuria. Se impone por tanto una estricta síntesis de tal legado cultural. Su antigüedad se remonta al Medievo y va indisolublemente unida a la Orden Franciscana y en menor medida a los Descalzos Capuchinos. A los seguidores de Francisco de Asís se debe asimismo la implantación en España del viacrucis pasionista como ejercicio importado de sus misiones en Jerusalén y Santos Lugares.

La inicial referencia documentada corresponde a fray Antonio de Escaray, en un librito de largo título: “Voces del dolor nacidas de la multitud de pecados que se cometen por los trajes profanos, afeites, escotados y culpables ornatos...; Dábalas fray Antonio de Escaray, predicador de su Magestad y Apostólico de Propaganda Fide de las Indias Occidentales, de la ciudad de Querétaro”. Impreso en 1691, el opúsculo precisa:

Mis hermanos, los reverendos Padres del Convento de Nuestro Padre San Francisco, de Sevilla, todos los meses del año hacen misión, bajando la comunidad a andar Víacrucis con sogas y coronas de espinas y, entre paso y paso, cantaban Saetas. Después hay sermón...

Estrofas pareadas que en su primigenia métrica eran de esta guisa: Quien perdona a su enemigo / a Dios gana por amigoEn asco y horror acaba / todo lo que el mundo alaba¿Cómo se piensa salvar, / quien no quiere confesar?

III Congreso Religiosidad Popular III Congreso Religiosidad Popular

III Congreso Religiosidad Popular

Saetas penetrantes y exhortativas a modo de catequesis callejera con ánimo de mover a la piedad. Franciscanos y dominicos prosiguieron en la tarea de componer poemas espirituales, sumadas a las admonitorias y moralistas anteriores, en tercetos de corte narrativo. De entre los que se dedicaron tesoneramente a dicha práctica catequética, cabe destacar a los frailes Antonio de Castro y Diego de Cádiz. La recopilación de la obra del segundo fue editada en 1947 por fray Diego de Valencina en la que considero más completa colección de letras medievales. Valencina también misionó por nuestra provincia. El relevo a los clérigos fue tomado por los Hermanos del Pecado Mortal. Con tal nombre se reconocían a los laicos de las cofradías de Ánimas que se extendieron por toda Andalucía, incluida Almería; con especial predicamento de la establecida en la parroquial de San Sebastián extramuros. Sentencias y avisos apocalípticos que en boca de aquellos procesionantes debían resultar tétricos, tal como relata el ecijano Benito Más y Prat en su obra <La tierra de María Santísima> (Madrid, 1925):

Una noche fría y áspera por las heladas; el lúgubre retumbar de pasos por húmedas y empedradas calles; filas de penitenciales enfundados en sayones de basta arpillera y portando faroles en cuyos cristales iban pintadas fantásticas alegorías del Infierno.

Repasen las fúnebres voces: De parte de Dios te aviso / que trates de confesarte / si no quieres condenarte. Hombre que estás en pecado, / si esta noche murieras / mira bien a donde fueras. Restituye y paga luego / que una mortaja no más / de este mundo sacarás. La gula engruesa los cuerpos / con sus regalos profanos / para cebo de gusanos.

Avanzamos en el tiempo hasta llegar a otro jalón historiográfico crucial en el devenir cofradiero: las desamortizaciones estatales de Carlos IV, a finales del siglo XVIII; y las posteriores de Mendizábal y Madoz, en el primer tercio del XIX, que originarían serios quebrantos económicos a hermandades y asociaciones pías. Ítem más: un severo control en sus actividades disminuyó el número y suntuosidad de los cortejos procesionales y la desaparición de bastantes de ellas, obligando a las distintas advocaciones establecidas en las parroquias a refundirse en la cofradía sacramental, si la hubiese.

Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras...

A partir de estas fechas, clérigos y cofrades ceden la práctica de las saetas al común del pueblo. Estas siguen interpretándose en el exterior e interior del templo; aunque no exclusivamente durante Semana Santa. Son las llamadas narrativas o descriptivas: momentos de la Pasión y pasajes de textos sagrados. Optamos por tal clasificación en función de su contenido, no obstante existir otras divisiones metodológicas según otros autores. Se tratan de cantos llanos, monótonos y repetitivos; salmodiados y sin relieves melódicos. No flamencos, pero vislumbrando ya su pronta incorporación a estilos propios del arte andaluz. Coplas litúrgicas, bíblicas, explicativas, etc. han perdurado hasta nuestros días en diferentes localidades andaluzas: Marchena, Puente Genil, Arcos de la Frontera, Loja o Turre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios