La noche del Miércoles Santo los ángeles bajan a Almería a recibir a la Esperanza. Se instalan en el monasterio de Las Puras y esperan ansiosamente a que la procesión de Estudiantes les acerque a su Virgen a la puerta de su iglesia. Se enfundan el hábito de monjas de clausura y comienza el instante más místico de la Semana Santa de Almería. Saben que van a recibir el regalo que están esperando todo el año: la visita de la Esperanza. Los sones de la banda de música resuenan desde la Plaza Catedral y los ángeles vestidos de monjitas contienen la respiración. Hasta nervios les entran, ellas que viven en perpetua paz y sosiego. Y cuando ven aparecer el paso tras la revirá hacia la puerta de la iglesia, muchas no pueden contener las lágrimas y lloran de alegría al recibir ese regalo que esperan desde hace tres años. De avanzada edad pero con el espíritu, mirada, ingenuidad y alegría del niño que ha recibido un regalo, se acercan a suVirgen y le entregan su ofrenda floral: la rosa más bella de su jardín de clausura que cultivan amorosamente para que acompañe a la Madre de Dios el resto de su estación de penitencia. También le prestan la Inmaculada para que vaya en el frontal del paso que este año estrena respiradero.

Sin embargo este año no ha podido vivirse el momento de mayor misticismo de la Semana Santa almeriense. A las 8 de la tarde, hora de salida del cortejo procesional de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Oración en el Huerto y Ntra. Señora del Amor y la Esperanza, lloviznaba sobre nuestra reseca Almería y poco después ya se podía hablar de lluvia, no muy intensa, pero sí lo suficiente para que la Junta de Gobierno acordase retrasar una hora la salida... y rezarle a los Titulares para que pudiera realizarse. A las 9 seguián las inclemencias: otra hora de retraso, última prórroga. Y a las 10 de la noche se suspendió definitivamente la procesión. Dios escribe derecho en renglones torcidos.