Univ. de Almería

Los Viernes Científicos abordan la siembra y cosecha del agua

Sergio Martos Rosillo, científico titular del Instituto Geológico y Minero de España.

Sergio Martos Rosillo, científico titular del Instituto Geológico y Minero de España. / D. A. (Almería)

¿Es posible sembrar y cosechar el agua? La respuesta a esta pregunta la ha resuelto Sergio Martos Rosillo, científico titular del Instituto Geológico y Minero de España, en una nueva edición de los Viernes Científicos, en su versión on-line.

Bajo el título ‘La siembra y cosecha del agua en Sierra Nevada; un sistema ancestral de gestión del agua que utiliza soluciones basadas en la naturaleza’, Martos ha explicado en qué consiste la Siembra y Cosecha del Agua (SyCA). “Son una serie de procedimientos ancestrales con los que el ser humano recolecta e infiltra (siembra) el agua de lluvia y de escorrentía en el subsuelo para poder recuperarla (cosecharla) tiempo después”, ha señalado.

Los agricultores y ganaderos de Sierra Nevada mantienen una red de más de 750 kilómetros de acequias de careo con la que ‘siembran’ el agua del deshielo de esta montaña para ‘cosecharla’ durante los periodos secos. “Estas acequias consisten en unos canales excavados en el terreno, sin revestir, con los que se detrae el agua de la cabecera de los ríos y se hace circular por las partes altas de las laderas, con objeto de infiltrarla en los acuíferos superficiales que se desarrollan en Sierra Nevada. El agua infiltrada pasa a circular lentamente por estos acuíferos y surge meses después, durante la época seca, por manantiales, galerías y por los ríos”.

Este sistema de regulación hídrica, por tanto, usa soluciones basadas en la naturaleza. “Se construye con materiales locales, es adaptable a las condiciones cambiantes, necesita requerimientos energéticos mínimos (dado que funciona con la fuerza de la gravedad), aprovecha el poder autodepurador del suelo y el de los ecosistemas asociados y, además de generar beneficios económicos, aumenta la biodiversidad».

El ponente también asegura que esta forma de manejar el agua y el suelo favorece la cohesión social, “dado que requiere de la implicación del colectivo, y mejora las condiciones de vida de la población local. Son sistemas que llevan operativos más de mil años, que han permitido superar importantes crisis climáticas y sociales. Son, por tanto, ejemplos vivos de resiliencia, de adaptación al cambio climático y de los que, desde el ámbito de la ciencia y la gestión, tenemos mucho que aprender”.

Los problemas a los que se enfrenta es el envejecimiento y la reducción de la población local, el abandono de los sistemas de regadío tradicionales, la expansión de zonas de regadío intensivo, auspiciadas por una inadecuada política de modernización de regadíos en estos ámbitos de montaña, y la deficiente gestión de las masas forestales, que están contribuyendo a reducir de forma drástica la superficie de este ancestral sistema de manejo del agua y el suelo”.

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