Fiestas

Vuelve la fiesta a Mojácar: los moros y cristianos, tres años después

  • El capitán cristiano recibió las llaves de la ciudad en un acuerdo sin vencedores ni vencidos

Lectura del pregón en la Plaza Nueva de Mojácar.

Lectura del pregón en la Plaza Nueva de Mojácar. / V. Visiedo P.

Hacía tres años que Mojácar no vivía sus populares fiestas de Moros y Cristianos. Más de mil días sin ver las chilabas por las calles y las armaduras cristianas. Sin llenar las plazas de kábilas y cuarteles en los que bailar hasta la madrugada. Por fin la pandemia de covid da un respiro y vuelve la ansiada normalidad. ¡Y cómo se está disfrutando!

El viernes por la tarde, ya desde antes de llegar a las estrechas calles de Mojácar se podían escuchan los trabucazos que retumban en el cielo. Se anunciaba que el municipio está en fiestas.

Al pueblo no paraban de subir autobuses llenos de gente desde la playa. Acceder con el coche al casco antiguo era misión imposible. Cientos de personas esperaban ya para vivir los primeros momentos de la fiesta.

Los Moros y Cristianos es una tradición que cuenta con más de 30 años (nació en 1988) y que rememora los hechos acaecidos durante la Reconquista de los reyes cristianos.

La fuente morisca acogió la representación de la entrega de las llaves de la ciudad.. La fuente morisca acogió la representación de la entrega de las llaves de la ciudad..

La fuente morisca acogió la representación de la entrega de las llaves de la ciudad.. / Miguel García Campoy La fuente morisca acogió la representación de la entrega de las llaves de la ciudad.

Presididas por sus capitanes, acompañadas por las bandas de música, las agrupaciones acuden a la fuente, donde se representa la rendición de los moros ante el embajador católico. Garcilaso, capitán cristiano, y Alabez, alcaide de Mojácar, mantienen el famoso encuentro que culminará con la entrega de las llaves de la ciudad. Un acuerdo histórico en el que ambas culturas deciden la convivencia pacífica, sin discriminación religiosa, como hermanos de una Mojácar donde ya existía un enorme respeto entre musulmanes, cristianos y judíos. Se produce una rendición “sin vencedores ni vencidos”.

Las salvas siguen tronando en el cielo mojaquero. Es hora de celebrar el acuerdo y las tropas desfilan por las calles, cuesta arriba, hasta llegar a la Plaza Nueva. Por el camino, lucen las maravillosas vestimentas de cristianos y moros. Cada grupo, portando su estandarte, avanza acompañada por la música de las bandas hasta el lugar en el que tendrá lugar el pregón.

La plaza nueva espera llena de gente. Sobre el escenario, la puerta de la antigua muralla y los pregoneros, Pablo Martín Flores Asensio y Josep Zenón Rafael. “Toquen ya las chirimías, hagan kábilas y cuarteles, y que comience la alegría hasta ver amanecer la luz de un nuevo día”, concluyen el pregón, dándose un abrazo moros y cristianos, dando comienzo a la diversión.

Los pregoneros se funden en un abrazo. Los pregoneros se funden en un abrazo.

Los pregoneros se funden en un abrazo. / V. Visiedo P.

En las kábilas y cuarteles suena la música en los altavoces. Algunas de las bandas que actuarán más tarde prueban sonido. Las planchas humean y se llenan de lomos, chorizos, morcillas y pancetas (un menú muy porcino, no muy apropiado para el bando moro). Las cervezas y refrescos llenan las barras. Después las copas y los mojitos para refrescar una calurosa noche casi de verano.

Además, en el mercadillo medieval y en la zona de la Plaza Nueva abundan los puestos de vinos dulces, churros, pizzas, perritos calientes, crepes, gofres y demás productos típicos de las ferias.

Mojácar está en fiestas y no existe mejor lugar para divertirse que uno de los pueblos más bonitos de España, en una cálida noche de junio, disfrutando de los cuarteles y kábilas que pueblan cada una de las plazas y rincones. La pandemia ha remitido y la diversión se adueña del terreno que se le robó.

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