El lado oscuro de Almería

Crimen brutal

  • El cuerpo de un joven de 24 años apareció mutilado en un cortijo de La Mojonera. Llegaron a cortarle los dedos en un intento de que no fuera identificado nunca el cadáver

Las manos fueron mutiladas para evitar la identificación del cadáver.

Las manos fueron mutiladas para evitar la identificación del cadáver. / D.A. (Almería)

José Miguel H. nació en Almería, tenía 24 años de edad cuando apareció muerto en pleno verano. Estaba casado y residía en la barriada de Pescadería. Su cuerpo horriblemente mutilado fue hallado en un cortijo semi abandonado en el término municipal de La Mojonera. Los autores del terrible crimen para dificultar su identificación llegaron a amputarle los dedos de las manos. El cuerpo sin vida de José Miguel apareció el 28 de agosto de 1991 en un viejo caserón ubicado en el paraje conocido como "El Llano de la Cuadra" en la finca de Primores.

Un agricultor de La Mojonera, avistó el cadáver cuando se acercó al viejo cortijo para hacer sus necesidades fisiológicas. Un fuerte e intenso hedor, hizo que el hombre se acercara a una de las ventanas, para conocer el origen del putrefacto y nauseabundo olor. Desde allí pudo ver con nitidez la imagen de un cadáver que únicamente conservaba la piel y los huesos. El cuerpo inerte estaba tumbado boca abajo e infectado de gusanos. Llevaba puesto un pantalón de color burdeos, una camiseta de color verde de manga corta, una correa de cuero y unos zapatos marrones del número 40.

Sin perder tiempo, el agricultor se desplazó en su vehículo hasta el cuartel de la Policía Local de La Mojonera, donde informó del macabro hallazgo al agente de puertas. Tras comprobar un patrullero la veracidad de las declaraciones del agricultor, se puso el caso en conocimiento de la Guardia Civil de Roquetas de Mar, que se encargó de su investigación y de participar los hechos al juzgado de guardia de El Ejido. Los primeros datos de la investigación a juzgar por lo que allí presenciaron los agentes de la Policía Judicial fueron que José Miguel H. había sido asesinado en un indeterminado lugar y que posteriormente el cuerpo sin vida fue trasladado por su asesino o asesinos hasta el semi derruido cortijo alejando del núcleo urbano. La amputación de los dedos de las manos y la profusión de cortes en diversas partes de su cuerpo revelaban el profundo ensañamiento de sus asesinos.

Los agentes aún recuerdan el intenso hedor que se respiraba en el interior del cortijo

Nadie dudó que se tratara de una cruel venganza o un ajuste de cuentas. La Guardia Civil, mientras tanto, ya había podido determinar la identidad del fallecido, aunque había que reconocerlo oficialmente. Este difícil trance para la familia se produjo la tarde del jueves 29 de agosto por varios miembros de la familia que acudieron al cementerio de La Mojonera. De uno en uno y provistos con mascarillas, debido al fuerte olor que despedía el cadáver, fueron pasando por la sala de autopsias coincidiendo todos en reconocer la identidad del fallecido. La madre del fallecido, fue quien entró primero para el reconocimiento, y aseguró que dos semanas antes había visto a su hijo y no se explicaba, como era posible que el cuerpo se encontrase en tan avanzado estado de descomposición. No hay duda, que las fuertes temperaturas del mes de agosto, facilitaron la rápida descomposición del cadáver.

El joven muerto había sido detenido varias veces por la Policía y se le relacionó con un grupo de individuos que "trabajaban" para un conocido mafioso italiano afincado en la década de los años ochenta y primeros de los noventa en la provincia de Almería. El fallecido a quien le constaban numerosos antecedentes policiales, resultó herido de un disparo por la Policía en el transcurso de un control policial establecido a la altura de Bayyana en la carretera de Aguadulce. Fue el 3 de junio de 1990. Un agente en prácticas del Cuerpo Nacional de Policía le disparó a una de las piernas, cuando al ir a ser cacheado hizo ademán de extraer una pistola que llevaba oculta en la cintura. En aquel control, junto a la victima fueron detenidos otros cuatro individuos más que llevaban consigo varias pistolas, revólveres e incluso una carabina Franchi, de venta prohibida a los particulares. Lo cierto, es que tras una breve y fugaz investigación el caso cerró, sin que nadie insistiera en atrapar a su asesino o asesinos. La familia pedía justicia.

La investigación del caso se cerró sin que nadie fuera implicado en la muerte de José Miguel

Tras el crimen, hubo versiones y comentarios para todos los gustos, sobre que fue lo que pudo provocar su muerte y quien estaba realmente detrás de todo aquello. Actualmente, por esas y otras causas no determinadas este asesinato sigue siendo una asignatura pendiente en el capitulo de crímenes no resueltos en la provincia de Almería en la década de los años noventa. El 7 de febrero de 1994, la Policía informó sobre la detención en la capital, concretamente en pleno Paseo de Almería de un individuo de 39 años de edad quienes junto a otras dos personas más que no fueron localizados se les relacionó con el crimen. Pese a todo, el caso no se llegó nunca a cerrar definitivamente y el detenido una vez puesto a disposición de las autoridades judiciales fue puesto en libertad por falta de pruebas determinantes.

Crimen sin cadáver

Ese mismo mes de agosto de 1991, un día más tarde del asesinato de José Miguel H. se produjo otro caso que convulsionó a la provincia. El llamado crimen sin cadáver. El caso de una enfermera británica que llego a Almería de vacaciones junto a una amiga procedente de Londres y que misteriosamente desapareció a los quince días de llegar a nuestra provincia. En su apartamento del edificio “Crucero” de Aguadulce la Guardia Civil halló su pasaporte, efectos personales y dinero todo ello en medio de grandes charcos de sangre cuyo rastro llevaba hasta las escaleras del edificio.

Pese a la intensa búsqueda que se mantuvo varios meses su cuerpo nunca apareció. La Guardia Civil llegó a detener a un matrimonio con el que se le vio la última noche en un pub de su propiedad, pero meses mas tarde quedaron en libertad por falta de pruebas. Al marido, australiano de nacionalidad, le constaban antecedentes por un anterior delito de violación en su país. Posiblemente este espectacular caso de resonancia en todo el país y en Inglaterra eclipsó de alguna manera la muerte alevosa del infortunado José Miguel H. ya que toda la atención mediática se centró en el caso de la inglesa desparecida y el asesinato del joven almeriense pasó casi de puntillas.

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