Crónicas desde la ciudad

Hermanas Oblatas, una labor callada

  • La Junta de Andalucía ha distinguido doblemente (Almería y Comunidad, en 2007 y 2021) a la Congregación de Oblatas almerienses “por su ayuda a mujeres con falta de afecto social”

María Antonia de Oviedo y Shöntal

María Antonia de Oviedo y Shöntal

En el concierto de congregaciones religiosas femeninas asentadas en nuestra ciudad, algunas de estas son conocidas por una u otra razón: dedicación a la enseñanza (Compañía de María, Jesuitinas, Milagro, Servicio Doméstico); obras de caridad (San Vicente de Paúl, Siervas de María y de los Pobres) o bien por razones históricas: Las Puras, Las Claras y Adoratrices. Otras en cambio, pese a su infatigable labor asistencial en el sórdido mundo de la prostitución, pasan sorprendentemente desapercibidas, caso de las Oblatas del Stmo. Redentor. En reportajes dedicados a Las Adoratrices me referí a ellas de pasada y ahora corresponde hacerlo más pausadamente con ocasión de su efeméride fundacional. Un intento de visualizar, aunque sea pálidamente, su tarea callada y silenciosa. 

Afortunadamente, ese desconocimiento no lo es tal para determinadas administraciones públicas y privadas. A la citada Bandera debemos añadir, por ejemplo, el “Distintivo por la Igualdad” recientemente otorgado por la misma Junta de Andalucía con motivo del Día Internacional de la Mujer; o los reiterados conciertos con Cruz Roja, Obispado, Fundación La Caixa, Instituto Andaluz de la Mujer o Universidad.

Fundación en Ciempozuelos 

El día 1 de junio de 1864, en Ciempozuelos (Madrid) acondicionaron una casa de acogida para mujeres desvalidas que encuentran cegadas todas las posibilidades a un futuro digno: era la levadura de la institución que estaba por llegar. Seis años más tarde, el benedictino barcelonés José Mª Benito Serra i Juliá y la suiza de origen español (nacida en Lausana), Antonia Mª de Oviedo y Shöntal, fundaron oficialmente la Congregación de Hermanas Oblatas (ofrecidas y dedicadas) al Santísimo Redentor. 

José Mª Benito Serra i Juliá José Mª Benito Serra i Juliá

José Mª Benito Serra i Juliá

Desamortizado su convento, el fraile Benito Serra marchó diez años a Nápoles. Y de aquí, por petición expresa al papa Gregorio XVI, enviado a misionar a Australia, donde sería nombrado obispo de Puerto Victoria y más delante de la diócesis de Perth. Tras renunciar al episcopado, regresó a España con la ilusión de restablecer la Orden Benedictina. En la capital matritense conoció a Antonia Mª de Oviedo, mujer culta y de acendrada religiosidad a quien su madre le había proporcionado una sólida formación humanística y literaria e instruida en el dominio de varios idiomas. Invitada por el embajador español en Berna, se instaló en Madrid en calidad de institutriz de las tres infantas habidas en el segundo matrimonio de la reina madre María Cristina de Borbón con el duque de Riánsares. Siendo a continuación de una visita conjunta con el sacerdote a la capilla de Ntra. Sra. del Buen Consejo y al Hospital de San Juan de Dios cuando deciden emprender la ilusionante tarea: “Al descubrir la dura realidad que el padre Serra le ha mostrado, un interrogante recorre como un rayo su entraña de mujer: ¿Dónde ir a la salida del Hospital?, ¿dónde, ya que por todas partes les cierran las puertas?”.    

Pronto quedó pequeña la casa matriz, debiendo trasladarse al deshabitado convento de los Alcantarinos. Su labor asistencial va en aumento a la par de que la aceptación es unánime en todo el país; prueba de ello es que en 1910 ya disponen de 18 centros repartidos por España, en los que son atendidas 13.053 mujeres. Progresión que llega a nuestros días con cifras harto elocuentes: presencia en cuatro continentes y 15 países: España, Portugal, Italia, Angola, Filipinas, México, Uruguay, Argentina, Brasil, EE.UU., Venezuela, Colombia, Puerto Rico, República Dominicana y Guatemala. 

Censadas en Almería 

A poco días de empadronarse en la calle Obispo Orberá nº 16, en septiembre de 1972 el gobernador Civil Juan Mena de la Cruz recibió en su despacho a las hermanas Margarita Portilla Ortíz de Barrón (superiora), Escolástica Berjón Sutil y Anunciación Munárriz Mutilva (a las que se sumarían Mª Teresa Martín Fernández y Asunción Rodríguez Teres), agradeciéndoles el haber aceptado la llamada del Patronato de Protección de la Mujer para hacerse cargo de una casa de apoyo a jóvenes hasta entonces regentada por las seglares Obreras de la Cruz, domiciliadas en El Puche. La residencia abría sus puertas en un noble caserón de la Rambla -entre Comestibles Blanes y la consulta del Dr. Eduardo Morcillo, sede igualmente del Patronato Tutelar de Menores, al lado de una antigua Casa de Socorro. Nueve fueron las pupilas iniciales, la mayoría de la capital y provincia. A renglón seguido inauguraron una peluquería de señoras (la aún recordada “Peluquería de las Monjas”) y academia de corte y confección, en las que se titularon numerosas jóvenes de entre 16-18 años, posteriormente empresarias de su propio negocio. 

Un sacerdote y una suiza de ascendencia española fundaron la Congregación en 1870

De aquí marcharon a la calle Berenguel, esquina a Joaquín Peralta, donde mantienen la residencia femenina y peluquería e imparten cursos del INEM. Tras 20 años se trasladan a la actual (ya de su propiedad) de calle San Leonardo. Edificio multiplanta en el que seis hermanas Oblatas residen, laboran y conviven con un indeterminado número de chicas. Conviene dejar reflejado sus nombres (en junio de 2014) como muestra de respeto a la labor que llevan a cabo: 

  • Alicia Martel Suárez (directora de la Congregación)
  • Vicenta Martín Ruiz
  • Escolástica Berjón Sutil (pionera en c/. Obispo Orberá)
  • María Teresa Martín Fernández (también pionera)
  • Carmen Rey
  • María Teresa Foronda Salazar  

Prostitución 

A consecuencia del flujo migratorio que experimentó la provincia, en 2002 decidieron quedarse definitivamente. En paralelo a la riqueza subsiguiente a la agricultura intensiva, aumentó exponencialmente la prostitución tanto en la capital como en núcleos poblacionales de localidades próximas. Estadísticas oficiales sitúan (o situaban) a Almería en posición dominante del execrable ranking del tráfico de mujeres obligadas a ser explotadas sexualmente. Este será el objetivo asistencial de las Oblatas: la mujer como destinataria final de sus desvelos. Mujeres de muy distintas procedencias y culturas pero todas con su carga de dignidad intacta. Mujeres marginadas que no marginales; en claro riesgo o proceso de exclusión humana, laboral, sometidas a violencia machista, etc. 

En septiembre de 1972 fijaron su sede en el antiguo Patronato de Protección de la Mujer

Años atrás Confer Nacional les donó una furgoneta, compartida con Las Adoratrices. Con ellas pusieron en marcha el Proyecto Encuentro en el que se incluyen visitas semanales a cortijos, clubes, locales de alterne o en la misma calle (Sierra Alhamilla, Ingenio, Bayyana). Charlan con ellas in situ, escuchan sus demandas e informan de derechos y obligaciones; les asesoran en temas jurídicos y sanitarios, permisos de residencia o le ofrecen un alojamiento seguro donde vivir temporalmente… En definitiva, un horizonte digno al amparo de sus derechos y deberes. La siguiente línea de trabajo es el Proyecto Oblatas, este ya en solitario: estancia en pisos, asesoría laboral y búsqueda de empleo o cursos y talleres de español y autoestima. En ambos cuentan con un generoso voluntariado social, sanitario e intérpretes. Además de la colaboración de distintas instituciones y ONGs.

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