Almería

MARÍA. Los albores de la guitarra flamenca

Los albores de la guitarra flamenca

Los albores de la guitarra flamenca

Recomendado por la nobleza sevillana, los salones londinenses se rindieron a su arte. Retirado temporalmente en Almería capital, ofreció varios conciertos en sus principales escenarios. Acierta el investigador malagueño Eusebio Rioja al afirmar que Julián Arcas y Lacal, el ilustre músico de la comarca velezana es el nexo de unión -a mediados el siglo XIX- entre Sor, Aguado y Huertas y la actual guitarra clásica y flamenca, de concierto. El espejo en que se miraron figuras de la talla de Francisco Tárrega, al que siendo un niño impartió sabios consejos. Por tanto, en su momento agradecimos a la Fundación Cajamar que designase con su nombre al prestigioso Festival Internacional de Guitarra Clásica, lamentablemente paralizado.Recomendado por la nobleza sevillana, los salones londinenses se rindieron a su arte. Retirado temporalmente en Almería capital, ofreció varios conciertos en sus principales escenarios. Acierta el investigador malagueño Eusebio Rioja al afirmar que Julián Arcas y Lacal, el ilustre músico de la comarca velezana es el nexo de unión -a mediados el siglo XIX- entre Sor, Aguado y Huertas y la actual guitarra clásica y flamenca, de concierto. El espejo en que se miraron figuras de la talla de Francisco Tárrega, al que siendo un niño impartió sabios consejos. Por tanto, en su momento agradecimos a la Fundación Cajamar que designase con su nombre al prestigioso Festival Internacional de Guitarra Clásica, lamentablemente paralizado.

Julián Arcas, a la izquierda, y en el centro Antonio Mª Bernabé Lentisco, director de El Minero de Almagrera. Fotografía de José Rodrigo Navarro sepia Julián Arcas, a la izquierda, y en el centro Antonio Mª Bernabé Lentisco, director de El Minero de Almagrera. Fotografía de José Rodrigo Navarro sepia

Julián Arcas, a la izquierda, y en el centro Antonio Mª Bernabé Lentisco, director de El Minero de Almagrera. Fotografía de José Rodrigo Navarro sepia

Citados los referentes pioneros, es unánimemente aceptado que la guitarra concertística remonta sus orígenes a la figura precursora de Julián Arcas y Lacal. Nacido en María el 25 de octubre de1832, su padre le transmitió, al igual que a los hermanos, el amor por tan bello instrumento, aunque solo él transcendió el amateurismo, y en menor medida Manuel. Cumplidos los 12 años la familia se trasladó a Málaga, presumiblemente por razones laborales del padre. Tras darse a conocer entre los entendidos, ofreció su primer concierto con tan solo 17 abriles. Según el Maestro Otero, en <Tratado de bailes>, dio clases con José Asencio, discípulo a su vez de Aguado. Perfeccionada la técnica, se siente seguro y se presenta en Granada y Madrid, confirmando la que sería espectacular trayectoria. Acogido por los duques de Montpensier se prodiga en los alcázares sevillanos, auspiciándoles estos una gira a Italia y Gran Bretaña.

Al regresar a España a mediado el XIX, trabó sólida amistad con el luthier Antonio de Torres, cuando el paisano vivía su etapa laboral de la ciudad del Betis. Amistad que le llevó a ser padrino de su segundo matrimonio y a animarle a presentar las innovaciones incorporadas a los ejemplares construidos en su taller de la calle Cerrajería a la Exposición Internacional de Sevilla. Los continuados éxitos de Arcas propiciaron el mecenazgo de la Casa Real inglesa, a la que llegó recomendado por la nobleza sevillana y avalado por las excelentes críticas en Milán y Roma. A resultas del interés mostrado, el almeriense se enseñorea y difunde la música andaluza y aires nacionales en escenarios londinenses por espacio de tres meses (1862). La reina española Isabel II, ferviente admiradora, lo nombró Maestro Honorario del Real Conservatorio de Declamación y Música de Madrid, concediéndole (1864) el título de Caballero de la Real Orden de Carlos III.

Temporal estancia capitalina 

En la década 1870-80 se empadrona en la capital, con el ánimo de “consagrarse a su querida y anciana madre” (Antonia Lacal París vivía con dos sobrinas). Compra una casa en calle Granada y abre negocio de venta al detall de piensos, paja y gas-petróleo; sin embargo, su escasa experiencia comercial le obliga a traspasarlo. Pero en este tiempo su guitarra no permanece ociosa. Dº Julián estudia y practica en soledad y acude a domicilio de las nuevas amistades burguesas, quienes se deleitan con el virtuosismo del velezano. Familias adineradas que asistirán a escucharlo cuando se anuncia en distintos escenarios. La primera el 3 de febrero de 1876 en el teatro Calderón (desacralizada iglesia de San Pedro el Viejo). En mi libro “Almería por tarantas” me extiendo en detalles sobre las cuatro noches, ahora debemos resumir. En el apartado clásico incluyó arreglos del aria final de la ópera Luchía, motivos de Marina, miserere del Trovador y Rigoletto; en los aires nacionales: el bolero popular Los Panaderos y la “linda Jota Aragonesa” (con sus discípulos Campra, Cassinello y Sánchez; a quienes debemos sumar Soria, Pujol y Robles: padre de la actriz Concha Robles, asesinada en 1922 por su esposo en el teatro Cervantes). Y en el apartado estrictamente flamenco: seguidillas, serranas, soleá y rondeña “con cantos; ejecutados con solo la mano izquierda por él mismo”. El día 17 repitió en el teatro Principal; en el balneario El Recreo en 1878 y el último que tenemos registrado, también en el Principal, en mayo de 1881, todos ellos con parte del repertorio renovado.

Al fallecer su madre, Julián Arcas marchó de Almería reanudando su exitosa carrera. Por poco tiempo. Otero nos dice que “en el transcurso de una de sus giras, en 1882 enferma en Antequera y se ve obligado a guardar cama en una modesta pensión de la calle Mesones. El tres de febrero otorgaría testamento… y trece días después, el dieciséis a las ocho de la tarde, fallece a causa de una lesión orgánica de corazón”. Julián Arcas legó una obra compuesta por más de 50 partituras con las músicas descritas. 

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