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El abogado Darío Fernández, conocido por el Caso Almería ha fallecido esta mañana en el Hospital Torrecárdenas tras sufrir un ictus hace justo dos semanas. Darío Fernández fue clave en el año 1982 durante el juicio para conocer la verdad de lo ocurrido en torno a las muertes de Juan Mañas, Luis Cobos y Luis Montero, acaecidas el 10 de mayo de 1981.
Mañana miércoles a las 11 horas habrá una misa en la capilla del Tanatorio de Almería, donde el aforo es muy restringido. Tras ser incinerado sus restos serán trasladados el sábado a Santa Fe de Mondújar, de donde era originario, donde habrá un acto cívico de recuerdo a Darío Fernández y seguidamente sus cenizas reposarán en el panteón familiar donde están enterrados su padre y su madre.
En mayo de este año, Diario de Almería publicó la última entrevista al abogado, coincidiendo con el 40 aniversario del Caso Almería. “Arriesgué sabiendo que creaba un hito histórico en España, me jugué la vida. Cuando yo me fui a la cueva en Santa Fe de Mondújar, a mi las fuerzas de seguridad me habían colocado unos explosivos, pero no le di divulgación porque hubiera sido granjear un éxito frustrado a los que me perseguían”, comentaba Darío Fernández en esa entrevista, dando cuenta de lo que vivió en aquel tiempo.
En esa entrevista, última de su vida, Darío Fernández hablaba del juicio que le encumbró como abogado. “El juicio de este caso fue una farsa, tanto desde el Tribunal como desde la Fiscalía. Yo me impliqué, salvé mi vida de un atentado y me escondí en una cueva al lado de la estación de Santa Fe de Mondújar donde estuve más de un año”.
“El juicio fue una pantomima. El resultado del juicio se pensaba que sería una absolución, lo que no se esperaban es que sacara los cadáveres para las autopsias y que las balas dentro de cada cuerpo cantaran la verdad sobre la mentira de los forenses”, apuntaba el abogado desde su casa de Benahadux.
Darío Fernández Álvarez nació en la localidad almeriense de Santa Fe de Mondújar en el año 1939, de madre almeriense y padre orensano. Su madre, maestra de escuela, les llevó a Asturias a donde fue destinada, haciendo Darío el bachillerato en Luarca, recorriendo andando doce kilómetros diarios desde la aldea de San Pelayo, donde no había ni luz eléctrica.
Becario en el instituto y en la Universidades de Oviedo y Granada diseñó su futuro en férrea disciplina y exigencia, con el extranjero y sus modelos como referente. Destacó muy joven en la abogacía, siempre orientada hacia el campo penal, su gran vocación y pasión, según relata el periodista José Ángel Pérez.
Fernández se separó de la abogacía española -decepcionado- al final de 1998 dedicándose a frecuentar centros europeos de pensamiento y proximidad a lo jurídico, aplicando los cinco idiomas extranjeros que cultivaba.
El abogado Darío Fernández en sus últimos años ha estado centrado en el deporte y la naturaleza. De hecho pasaba largas temporadas en Benecid donde realizaba paseos y grandes caminatas, y a su edad realmente se encontraba muy bien de salud antes de sufrir este ictus que ha acabado con su vida.
En su última entrevista, de la que siempre confesó que no quería hablar del Caso Almería, dejó entrever que había escrito mucho sobre el caso pero que su intención era no publicarlo nunca. Además tenía otros temas en mente y sobre todo estaba muy centrado en la historia de la Alpujarra.
“Yo sigo soñando con grandes pesadillas sobre el Caso Almería. Son muchas noches que esto lo tengo dentro todavía. Tengo material de conocimiento, pero tengo que respetar las fuentes y yo soy muy leal”.
Entre las odiseas vividas por Darío Fernández cuenta que “cuando visité el viejo cuartel de Casas Fuertes, lo hice una noche y cuando salté el muro no sabía que debajo había un aljibe. Con una linterna descubrí que había habido gente y que se llevaron muchas cosas. Allí se fraguó todo”, analizaba.
Darío Fernández como persona fue extraordinario, aunque cuando se ponía la toga en sus años de ejercicio como abogado, algunos lo consideraban temible. En el Caso Almería, este hombre tan didáctico, ameno, gran amigo de sus amigos y muy inteligente, se la jugó. “Los informes de autopsia revelaron que eran ya cadáveres cuando los queman en el coche. Lo de la carretera de Gérgal, los impactos van sobre cadáveres. La reconstrucción hubiera sido vital y me hubiera permitido tener pruebas de forensía. Ningún forense quiso actuar”, rememoraba en mayo, 39 años después del juicio. “Me han llegado noticias de fuentes fiables que me indican lo que pasó y quienes participaron. Lo que pasa es que yo jamás desvelaré esas fuentes, e incluso puedo decir que me llegaron noticias de la propia estructura de la Guardia Civil. Hay gente viva, otros han muerto, pero donde está el quid de la cuestión, es que habría que haber profundizado en el tribunal que juzgó el Caso Almería, y no se hizo”. “El caso Almería ha sido el caso de mayor amor de mi vida profesional”, concluía Fernández, amante de la música clásica.
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