Medio ambiente

Una mañana entre matorrales en Las Salinas

  • Las obras, en marcha aunque sin prisa

Rubén Gajate junto a su hija

Rubén Gajate junto a su hija / Rafael González

Paula Cuerva es la más madrugadora. Una almeriense que despunta como profesora de español en la Universidad de Lorena (Francia). Suele pasar pocos días al año en Almería, los justos para no haberse enterado de lo ocurrido en las salinas del Cabo de Gata, un lugar que ella recuerda en su máximo esplendor.

Se ha encontrado con matorrales, los que pueblan la albufera desde que en junio se obstruyera la tubería encargada de bombear el agua. “Es la primera vez que las veo secas, es bastante sorprendente por ver toda la biosfera que había sin agua”, explica.

Pide que comiencen las obras. Ya lo han hecho. Aunque en La Fabriquilla, el epicentro de las reparaciones, la mañana es tranquila. Apenas se divisan dos operarios mirando al horizonte.

Paula junto a sus estudiantes Paula junto a sus estudiantes

Paula junto a sus estudiantes / Rafael González

Paula no viaja sola. Quiere descubrirle los encantos de su provincia a tres de sus estudiantes, que han elegido Almería como destino vacacional.

La impresión que se llevan Juline, Marjorie y Rosana no es buena. Un cartel promete una de las mayores albuferas de Europa. Con mucho matorral y sin las aves zancudas, la visita se ha quedado en fracaso. No pasan mucho más rato en el mirador. Paula observa con tristeza el paisaje; sus alumnas lo hacen con decepción. Lo comentarán en clase cuando vuelvan a tierras francesas.

Otro coche llega cuando ellas se marchan. José Cuervo es de Jaén aunque ahora vive en Gerona. Viaja con su mujer, que quiere permanecer en un segundo plano. Le encanta la naturaleza. Tenía ganas de visitar las salinas pero no sabía el desastre medioambiental que le esperaba. Piensa que es una consecuencia de la sequía pero no, es una avería que lleva ya dos meses. No entiende que aún no esté reparada. Los vecinos del Cabo de Gata, tampoco.

José Cuervo junto a las salinas José Cuervo junto a las salinas

José Cuervo junto a las salinas / Rafael González

Hay maquinarias, no es a pico y pala como antes, todo lo natural se tiene que conservar. Le estamos dejando un mundo a nuestros hijos y nietos preocupante, como perdamos esto lo pasaremos muy mal”, denuncia, comparando su situación con Cataluña, donde se queja del maltrato a la naturaleza que se vive.Cuervo se despide con rabia de un mirador que no le ha dado lo que esperaba antes de salir de casa. Solo hay matorral.

Es verano, es época turística en España. Temporada alta. Almería lo nota. Los interesados en la naturaleza tienen en las salinas un atractivo. Rubén Gajate ha llegado desde Pamplona con su esposa y sus dos hijos. Se están hospedando en Roquetas de Mar pero la familia tenía ganas de conocer a fondo la provincia.

Es un día soleado, con un viento de levante que complica pero no impide salir a la calle. El calor se manifiesta a fondo. La niña de Gajate comprueba el cartel con todas las aves que deberían haber llegado. Mira al horizonte y no las encuentra. No están pero aún no lo sabe. “No sabíamos nada”, explica Gajate con una mueca de decepción.

Cartel de obras en la Fabriquilla Cartel de obras en la Fabriquilla

Cartel de obras en la Fabriquilla / Rafael González

El consejero de Sostenibilidad y Medio Ambiente, el recién nombrado Ramón Fernández-Pacheco, es almeriense, el alcalde de la capital cuando se produjo la obstrucción del canal. Su falta de comprensión se acentúa.  Pide a la Diputación, al Ayuntamiento, a quién haga falta para arreglar los problemas.

Paula Cuerva lo compara con lo ocurrido en el hotel del Algarrobico, el desastre en el Parque Natural del Cabo de Gata que ocupó las portadas nacionales durante meses. Día a día, la albufera se seca. Ya no queda rastro de agua ni, tampoco, de maquinarias.

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