Coronavirus Almería

"El virus ha puesto en jaque la vida de mi padre; dos meses ha batallado para vencer"

  • Juan Manuel Alonso es un vecino de Gádor, de 74 años, y uno de los pacientes COVID de la provincia de Almería que más días ha dado resultado positivo en las pruebas del coronavirus. Es además uno de los contagiados que más días ha permanecido en la UCI del Hospital Universitario Torrecárdenas aquejado de una neumonía bilateral que lo ha mantenido conectado a un respirador y bajo sedación

  • Los sanitarios del Hospital Universitario Torrecárdenas lo despiden tras recibir el alta con un aplauso

Juan Manuel mira al horizonte desde la terraza de su casa, en Gádor, tres días después de haber recibido el alta hospitalaria

Juan Manuel mira al horizonte desde la terraza de su casa, en Gádor, tres días después de haber recibido el alta hospitalaria

Juan Manuel Alonso Sánchez es uno de los pacientes con la COVID-19 que más tiempo ha estado ingresado en la provincia de Almería. Lo mejor de todo es que su historia tiene un final feliz y que su hijo Gabriel Alonso la ha querido compartir con Diario de Almería. El protagonista, pese a haber recibido el alta hospitalaria, aún está débil y necesita tranquilidad para continuar su recuperación.

Los casi 60 días de estancia en el Hospital Universitario Torrecárdenas, 41 de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con intubación, una traqueotomía y sedado, le han dejado en una situación contra la que ahora lucha para sobreponerse y poder volver a hacer la vida normal y activa que llevaba antes de encontrarse con este maldito virus que lo ha mantenido entre la vida y la muerte pero al que ha logrado vencer. Su fortaleza, la vida sana que ha tenido y las ganas de volver con los suyos a su pueblo, Gádor, han sido factores muy importantes en esta historia de superación, pero también entran en juego en este círculo los magníficos profesionales que lo han atendido, curado y cuidado en la UCI. Especial recuerdo guarda él y su familia del doctor Andrés Ruiz y de la enfermera María Pérez, con los que aún mantienen el contacto tras cuatro días ya fuera del hospital.

"Una película de terror" 

La película, más de terror que de ciencia ficción, comenzó el 18 de marzo, cuando Juan Manuel comenzó a sentir malestar y síntomas intestinales. El dolor de estómago lo llevó a consultar al médico de cabecera del pueblo y días más tarde, con un dolor aún más intenso, al Servicio de Urgencias de Torrecárdenas. Por aquella fecha la pandemia empezaba a dar su peor cara en España y aún no se habían adjuntado a los síntomas propios de la enfermedad los problemas gastrointestinales. Los facultativos le diagnosticaron en Urgencias problemas en la vesícula, para los que le prescribieron un tratamiento. Aquel día ya tenía fiebre pero volvió a casa a esperar que la medicación le empezara a hacer efecto. A los dos días, en vista de que no mejoraba y ante los evidentes signos de cansancio y dificultad para hablar y respirar, la familia decidió llamar a su médico de cabecera que al realizar una consulta en su domicilio y escuchar la primera tos no dudó en derivarlo de urgencia otra vez a Torrecárdenas.

Ayer sábado, minutos antes de disfrutar de una comida familiar en el campo, rodeado de toda su familia Ayer sábado, minutos antes de disfrutar de una comida familiar en el campo, rodeado de toda su familia

Ayer sábado, minutos antes de disfrutar de una comida familiar en el campo, rodeado de toda su familia

Hablamos ya del día 23 de marzo, cuando Juan Manuel fue atendido por segunda vez en Urgencias y de inmediato pasó a ser un paciente sospechoso de estar contagiado de coronavirus. Su hijo describe la historia de aquel día como “una auténtica película de terror”, sobre todo cuando el médico contacta cada dos horas aproximadamente con él y le iba diciendo cómo su padre empeora por momentos. Sobre las doce de la noche ya sí tuvieron la confirmación de que era positivo. Estaba contagiado de coronavirus y nadie sabía de dónde había venido aquel patógeno que ahora estaba en su vida. “De llegar más o menos bien, aunque con síntomas, a que en cuestión de horas me digan que está bastante mal, con neumonía bilateral y que lo van a entubar para intentar salvarlo porque ya no puede respirar. Aquella noche me la pasé dando viajes del hospital a mi casa y con el pensamiento puesto también en mi madre, pues si él estaba contagiado en esas extremas circunstancias, ella con toda probabilidad también lo estaría”.

Gabriel relata con mucho dolor aquellos primeros 15 o 20 días en los que la familia se enfrentó a una situación en la que jamás pensó estar involucrada. “Teníamos la mente puesta en mi padre, evidentemente, pero sabíamos que en el hospital estaba cuidado, atendido y en buenas manos. No podíamos hacer otra cosa por él. Pero mi madre, por más que lo pedimos en el centro de salud, a epidemiología, al hospital y por todas las vías posibles, nadie nunca, ni siquiera a día de hoy, le han realizado una prueba para saber si estaba infectada o si ha pasado la enfermedad como tanta gente asintomática. Aquellas dos semanas fueron un auténtico calvario de pensar que ella también podía ponerse tan mala como mi padre. Estábamos a la expectativa pero gracias a Dios no fue así . Tanto ella como mi hermano y yo tuvimos que guardar la cuarentena sin pisar la calle ni un solo día, como nos indicaron los sanitarios”.

A Gabriel le parece que a su padre le ingresaron hace una eternidad. Sin embargo, para Juan Manuel la noción del tiempo se perdió tras atravesar la puerta de Urgencias hasta la Unidad de Cuidados Intensivos donde los facultativos tuvieron que sedarlo para poder llevar a cabo la maniobra de intubación para conectarlo a un respirador.

Una llamada al día desde la UCI que la familia esperaba con mucha ansiedad. Unos días más temprano, otros más tarde, pero siempre ha habido contacto con el médico. Un profesional que, casualidades de la vida, conocía a Juan Manuel y parte de su vida en el pueblo, ambos relacionados por las tierras y el riego que el paciente se encargaba de contabilizar a los propietarios, entre ellos el doctor. Este vínculo, por pequeño que fuera, “ha sido también una tranquilidad”, asegura Gabriel, quien explica que “no porque fuera a estar mejor atendido, porque sé que los magníficos profesionales de la UCI atienden de la misma forma a conocidos y a extraños, pero pensé que al menos mi padre no sería uno más allí”.

Días de duelo y esperanza al mismo tiempo

“Las primeras semanas de ingreso fueron realmente días de duelo. En mi familia nos preparamos para lo que se nos venía encima, siempre teníamos en mente que podía ocurrir lo peor, aunque realmente, por otro lado, siempre hemos mantenido la esperanza. El no poder verlo, ni siquiera ir al hospital a hablar físicamente con los médicos y el parte de estabilidad de un día tras otro supuso un gran peso, especialmente para mi madre”, relata Gabriel, quien recuerda con mucha emoción el día que en esa esperada llamada le comunican que lo han despertado e incluso pudieron comunicarse con él a través de una videollamada. “Él hablaba por gestos porque apenas podía. Tenía recién cerrada la traqueotomía. Se emocionó mucho al vernos y preguntaba que por qué no íbamos a verlo. La enfermera se lo explicaba pero su cabeza aún no estaba al cien por cien debido a la medicación que había tenido días atrás y la sedación. Me imagino cómo habrá sido para él despertar y ver a su alrededor a gente a la que ni siquiera se le ve la cara, enfundados en una escafandra, sin apenas poder moverse..., pero ha sido fuerte”, explica su hijo.

"Éramos mi hermano y yo los que nos turnábamos para ir a verlo una hora al día cuando ya estaba en planta, nos arriesgábamos porque a pesar de que él ya había dado negativo seguía en el mismo área de los positivos, pero sabíamos que nuestra visita le iba a beneficiar mucho"

Cuando los médicos consideraron que debía abandonar la UCI, tras una mejoría lenta pero favorable, Juan Manuel pasó a planta. Lejos de pensar que en aquella zona del hospital, ya menos restringida pero con férreas medidas de seguridad, sí podría estar ya acompañado de un familiar, el hecho de seguir dando positivo en los test de coronavirus lo han mantenido aislado hasta que pocos días antes de recibir el alta arrojó por fin el ansiado negativo, y otro más a las 72 horas. Entonces sí sus hijos pudieron acudir a visitarlo. Pero sólo una hora al día. El riesgo era grande, pues pese a ser negativo permanecía en el mismo área que el resto de pacientes COVID, en la quinta planta. “Éramos mi hermano y yo los que nos arriesgábamos a ir a verlo, nos turnábamos un día cada uno pero sabíamos que ese contacto le beneficiaba y efectivamente mejoró muchísimo. Mi madre no ha llegado a ir al hospital porque era una persona de riesgo, así que ella lo ha visto por primera vez cuando ha regresado a casa. Ese reencuentro fue, ya te puedes imaginar, muy emotivo”, cuenta pletórico de contento su hijo.

Un largo camino por delante para la recuperación total

Señala Gabriel que a su padre aún le queda un largo camino por delante. Y lo mejor de todo, rodeado de los suyos ya que ha dado negativo en el test y no existe riesgo de contagio.

Juan Manuel, muy recuperado y en su casa, disfruta de un momento de lectura Juan Manuel, muy recuperado y en su casa, disfruta de un momento de lectura

Juan Manuel, muy recuperado y en su casa, disfruta de un momento de lectura

Una fisioterapeuta privada lo visita cada día en su casa para hacerle rehabilitación y ayudarle a recuperar la masa muscular que ha perdido junto con los doce kilos de peso que se ha lleva por delante la enfermedad de la COVID-19. Ha recuperado completamente sus capacidades y sigue trabajando en su recuperación física. Lo que sí ya ha dejado claro a todos los que le rodean es que a partir de ahora quiere “disfrutar de la vida”. Quiere dar un “cambio a su forma de vida anterior y estar más relajado y tranquilo”. “Él ahora mismo lo tienen todo a flor de piel y rápidamente se echa a llorar cuando vienen a verlo los familiares o cuando lo llaman los vecinos del pueblo, que han sido muchos los que se han interesado antes y ahora que ya está en casa”, cuenta Gabriel, agradecido por tantas muestras de cariño.

Podrá hacer vida normal y su pulmón, que aún no está al 100%, podrá recuperar toda su capacidad. Este es el pronóstico que le han dado los médicos, aunque deberá pasar sus revisiones periódicas. Ahora mismo no tiene que seguir ningún tratamiento, sólo estar tranquilo y avanzar como un héroe en esa batalla por la superación que tan bien ha librado en estos dos meses que ni él ni su familias jamás olvidarán.

Un gadorense con fortaleza y espíritu de superación

Estas líneas son un homenaje a este vecino de Gádor que con 74 años ha demostrado tener la fortaleza, el espíritu y la valentía de hacer frente a un enemigo que llegó por sorpresa y para que el que nadie estaba preparado. La historia de Juan Manuel es similar a la de muchos otros almerienses que se han contagiado con el denominado virus de Wuhan, pero única en la provincia por la cantidad de días que ha llegado a estar ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Torrecárdenas de la capital y por los días que ha mantenido en su cuerpo la carga viral hasta arrojar un resultado negativo en las pruebas.

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