Acusado | Crítica

En las redes del odio

Chaneil Kular en una imagen del filme.

Chaneil Kular en una imagen del filme.

De todos los caminos posibles para denunciar esta era de xenofobia, racismo, sospecha o persecución del diferente en redes sociales, Acusado elige la más efectista, poniendo en su foco a un joven de clase acomodada y origen paquistaní (Chaneil Kular, aguantando todo el peso del filme) que tiene la mala fortuna de ser confundido con el autor de un atentado en el centro de Londres.

En cuestión de segundos, sus fotos, su vida personal y su dirección circulan online y se desata la persecución implacable sin que la policía o los medios hagan nada muy lógico o razonable por remediarlo. A nuestro protagonista todo esto le pilla en la mansión de sus padres, fortín video-vigilado donde se tendrá que zafar del miedo tras la escalada de odio virtual, pero también, y ahí es a donde realmente nos quería llevar Philip Barantini, del acoso físico de un par de pirados supremacistas con sed de venganza.

Acusado pasa así a convertirse en una suerte de film de terror y no precisamente con un buen y creíble desarrollo, ya de por sí deficiente llegado a ese punto de la historia. Sólo queda ya esperar el juego del gato y el ratón y el salvaje cuerpo a cuerpo por la supervivencia en un mundo que, como el inevitable epílogo de telefilme se encarga de recordarnos, se ha convertido en un verdadero estercolero.