Una familia de superhéroes | Crítica

Lecciones animadas

Una imagen de este filme de animación noruego.

Una imagen de este filme de animación noruego.

Aunque la pequeña Julia ha desconectado a la media hora con su ya clásico “¡papá, esta parte no me gusta!”, uno ha cumplido con su deber y se ha aventurado hasta el final de esta cinta de animación noruega plagada de mensajes para la muchachada y para padres que, como un servidor, estamos en pleno proceso de crianza, inseguridad y desconcierto intergeneracional.

Porque la cosa, de trazo limpio, guiños a la estética del cómic, score sinfónico y personajes con el sello de Carter Goodrich, creador de Gru o Coco, va precisamente de educar entreteniendo o entretener educando. Y hacerlo en valores humanistas actualizados sobre los verdaderos poderes, que no son otros que el refuerzo de la identidad propia en tiempos uniformados, y de paso reconciliar a abuelos, padres e hijos en un diálogo que salve viejas inercias de autoridad o ascendente y acerque distancias culturales.

Tanto es así que la cinta que dirige Rasmus A. Sivertsen se permite incluso un alegato en favor de los videojuegos e Internet como campo de desarrollo y experiencia educativa lejos de las moralinas eco-naturales y anti-tecnológicas de costumbre, e incluso invita a desviar el árbol genealógico hacia los caminos de la autoafirmación artística o creativa lejos de los estándares atléticos o heroicos que caracterizan al género. No podía faltar tampoco la perspectiva de género que hace de nuestra patosa y algo retraída protagonista un verdadero modelo a seguir para todas esas niñas que no se ajustan a los cánones de estos tiempos tiktokeros.