UD ALMERÍA | EL ACTA DE VIVANCOS

Moreno yerra de nuevo

  • El entrenador valenciano regaló la primera mitad al Celta

  • Su equipo provoca demasiadas concesiones para competir en la máxima categoría

El técnico valenciano se dirige al banquillo antes del pitido inicial del Almería-Celta

El técnico valenciano se dirige al banquillo antes del pitido inicial del Almería-Celta / Javier Alonso (Almería)

Preocupación extrema, o cómo se siente un servidor en los albores de la que se suponía temporada de la consolidación en Primera del proyecto de Turki. En las cuatro jornadas disputadas hasta la fecha Vicente Moreno no ha estado afortunado, por unas circunstancias o por otras, pero ante el Celta vimos la peor versión del entrenador valenciano. Cierto es que los cambios han sido numerosos en la plantilla, aunque cualquier entrenador que se precie debe de estar preparado para extraer lo mejor de su plantel en plena transición, antes de poder conjuntar definitivamente a sus hombres.

Mi última misiva llevaba por título 'Tarea para Vicente Moreno', pero se ve que dicha tarea no la está haciendo como debiera el técnico rojiblanco. No se puede regalar toda una primera mitad al contrario, como provocó Moreno con su once inicial, para luego tener que ir a remolque con el desgaste y el peligro que conlleva. La indicación desde el banquillo de sacar el balón jugado desde atrás debe de estar asociada con la participación de jugadores preparados para ello y no con Baba, el elegido para llevar la manija del centro del campo, un jugador que por sus características es más recuperador que creador.

Flaco favor le está haciendo Moreno a su jugador predilecto y, por ende, a su propio equipo. Baba tuvo una etapa en el Mallorca prometedora, ejecutando a la perfección la tarea que su entrenador le encomienda ahora, pero pasado un tiempo sus entregas erráticas y perdidas de balón le costaron a su equipo más de un gol. Todo ello llevó a la conclusión de que Baba podría rendir más como recuperador, al lado de un jugador técnicamente más dotado. Yo no seguí cada partido del Mallorca, pero sí he obtenido diversas opiniones de aficionados mallorquinistas que así lo aseveran. Lo visto con su pérdida que dio lugar al segundo y decisivo tanto del Celta no es nuevo, y eso lo debería saber mejor que nadie Vicente Moreno. Conceder a sabiendas una mínima ventaja en Primera te mata deportivamente.

Aparte, en el once inicial estuvo de nuevo un Embarba que no es ni la sombra de aquel jugador que posibilitó con sus acciones ante el Espanyol la permanencia de la UDA. Sin embargo, su entrenador volvió a contar por cuarta vez consecutiva con el extremo. También con Melero, al que todavía no se le ve al 100%. Como indicaba antes, demasiadas concesiones para competir en la máxima categoría. Y por si nos faltaba algo, otra indecisión de Maximiano le abrió el camino al rival. Ojo con el portero luso, un buen guardameta en líneas generales, pero con un punto flaco, las salidas. ¿Por qué tan sólo disputó un partido en liga con la Lazio? Os invito a que veáis en Youtube su mala e innecesaria salida que le costó la expulsión al comienzo del choque de la Lazio ante el Bolonia. Si corrigiera esas indecisiones, tendíamos a un gran portero.

Cuando en la segunda mitad Moreno dio entrada a Lopy, un extraordinario jugador que sí que sabe distribuir el juego, y a Arribas, que necesita más minutos y confianza para desarrollar todo su potencial, se vio a un Almería que pasó por encima de su oponente, pero los teóricos titulares tuvieron que nadar contracorriente, a remolque, con la mayoría de sus compañeros exhaustos del esfuerzo de tener que remontar gracias a todos los errores iniciales recién comentados. No me quiero olvidar de la nota positiva de una noche tan aciaga, como fue el concurso de Ramazani. El problema es que el extremo belga, pese a su espectacular comienzo de temporada, no puede por sí solo revertir los errores de bulto de su técnico. Ojalá que estos días de parón le sirvan a Vicente Moreno para centrarse, con el objetivo de mostrar lo mejor de sus jugadores y ocultar sus deficiencias. Es el decálogo de todo buen entrenador.

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