Tras todo un año esperando, El Ejido vive ya intensamente sus fiestas patronales en honor a San Isidro Labrador. Junto con San Marcos ésta es una de las citas más multitudinarias del municipio. Días en los que sus calles y vecinos se engalanan para dar la bienvenida al verano y festejar el final de la campaña agrícola. El pistoletazo de salida lo ponían el color, la alegría y el jolgorio. La tradicional Batalla de Flores dejaba en el municipio una auténtica alfombra de confeti y serpentina al paso de la comitiva. En total, doce carrozas en las que participaban niños y mayores ataviados con vestimentas al uso de la carroza.

Además, se repartieron miles de claveles, una flor que supone la distinción y el color más elegante posible. Además del aroma que desprenden dichos claveles al ser arrojados. Este año el recorrido ha sido diferente. Comenzaba a las siete y media de la tarde del miércoles, con salida desde el Centro de Usos Múltiples Ejidomar, en la avenida Nicolás Salmerón enfilándose hasta las calles más céntricas del núcleo ejidense.

La comitiva oficial continuaba su recorrido por la plaza Teniente Arturo Muñoz, Paseo Pedro Ponce, Paseo alcalde García Acién, Bulevar, calle Manolo Escobar, calle Cervantes y Lobero, para finalizar en la Plaza Mayor, lugar donde se iban a desarrollar los actos más emotivos de cuantos se tenían que celebrar esa tarde noche. A pesar del calor, una considerable afluencia de personas se echó a las calles para disfrutar de esta espectacular Batalla de Flores.

Un pasacalles donde la música, los tambores y la ilusión que se reflejaba en los rostros de los más pequeños pusieron la nota colorista y ambiental en todo el recorrido, así como un gran dragón que dejó asombrados a los presentes. Nada más y nada menos que tres fueron las agrupaciones que se intercalaron en el recorrido de la Batalla de Flores. Intervenían la Banda de Cornetas y Tambores Cristo del Amor de El Ejido, el grupo de baile Peña Nuevo Ritmo, de Águilas, Murcia, y el Pasacalles Oriental, de El Ejido.

A muchos ejidenses los pies se les iban con los ritmos que se marcaban en la Batalla, y es que llevaban un año esperando con impaciencia para vivir la fiesta más sonada de la comarca de Poniente, algo palpable en el ambiente. Una cabalgata que sirvió de preludio para unas fiestas preparadas con esmero y cuidado, para todos los gustos y donde los niños, como cada año, tienen un especial protagonismo.