Los datos absolutos fueron relativamente malos en el tercer trimestre en Andalucía, según los datos de la EPA: pérdida de 3.800 ocupados, hasta 3.376.300, y un fuerte ascenso del número de parados de 30.800 personas, hasta situarse la cifra en  775.200. 

Pero no son cifras muy diferentes de las de otros años homologables. El año pasado se crearon solo 2.100 empleos y el paro subió en 15.100, y en el año justo anterior a la pandemia, 2019, se destruyeron 35.000 puestos de trabajo y el desempleo subió en 30.300. El verano siempre está marcado por lo mismo: un parón de la agricultura tras un segundo trimestre en el que se suceden la mayoría de las campañas, y un crecimiento importante del empleo turístico y vinculado. 

El resultado es que la agricultura se deja 46.500 puestos de trabajo en tres meses y los servicios no llegan para compensar. Este último sector genera 39.100 empleos (la mayoría, 23.300, ligados a hostelería, comercio y turismo), 1.200 la industria y 1.400 la construcción. Insuficiente para que los datos sean positivos.

Quizás el dato más llamativo de la evolución de la ocupación -y este si reúne cierta novedad- es el espectacular comportamiento (para lo que suele ser habitual) del empleo público, en un contexto marcado por la cita electoral del 23-J. Las administraciones han sumado 16.600 trabajadores más, hasta llegar en Andalucía a un total de 637.200, récord absoluto de la serie histórica. En contraste, hay 20.400 empleos del sector privado menos.  

El aumento importante del paro (+30.800) no se debe solo a la destrucción de empleo sino, sobre todo, al aumento de la población activa, algo que viene siendo ya una tónica en el último año. En los últimos tres meses se han incorporado a la búsqueda de empleo 26.900 personas y en el último año 102.800. Eso indica dos cosas: o bien una necesidad por parte de muchos que antes no tenían o una expectativa de encontrar empleo.

Eso tiene como consecuencia que, por primera vez desde el tercer trimestre de 2021, Andalucía no rebaje el paro en tasa anual. De hecho, suma 6.900 desempleados más pese a que en 12 meses se crean 95.700 empleos, una cifra menor que las de los años anteriores pero aún así históricamente muy alta. El aumento de la población activa está detrás de este mal dato, y provoca, además, que la tasa de paro (relación entre el número de desempleados y la población activa) se estanque. A fecha del tercer trimestre se sitúa en el 18,67%, seis décimas más que en el segundo. En un año, este indicador baja dos décimas pese al aumento leve del número de parados por el incremento de los activos.

Un dato positivo, por otro lado, es que el número de personas con contrato indefinido sigue aumentando y los temporales bajando. Continúa el efecto de la reforma laboral (en especial, por el fortalecimiento de la figura del fijo discontinuo) y los que tienen contrato fijo son 4.600 más (2.206.800) y los que tienen uno con fecha de finalización 619.700, 8.200 menos.

Esto trae como consecuencia que la tasa de temporalidad baje del 22% por primera vez (21,9%) y que se sitúe en el menor nivel de toda la serie histórica. Hace muy poco, en el cuarto trimestre de 2021, estaba en el 34,1%.