El destino

El Mirlo, la reapertura del chiringuito secreto de Tarifa

La terraza de El Mirlo, restaurante de Punta Paloma, en Tarifa

La terraza de El Mirlo, restaurante de Punta Paloma, en Tarifa

Por un momento el comensal viajero creerá que se habrá perdido, aturdido por el arenal de la duna de Valdevaqueros que inunda la carretera de Punta Paloma. Más allá de los pinares y cuando Europa termina de empinarse para otear todo el Estrecho aparecerá el letrero que avisa al visitante que ha llegado a El Mirlo. Ha reabierto este restaurante tarifeño (por ahora sólo almuerzos), una institución en los chiringuitos selectos y secretos que en esta temporada ha asumido el resort Marbella Club.

Mesas altas, con refrescante sombra, en la entrada de El Mirlo, Tarifa Mesas altas, con refrescante sombra, en la entrada de El Mirlo, Tarifa

Mesas altas, con refrescante sombra, en la entrada de El Mirlo, Tarifa

Ha reabierto hace apenas unos días y aún tiene que poner en marcha algunos de sus espacios como su terraza chill out y otras salas que resguardarán a los clientes en días peores cuando el calendario avance. Pero sólo asomarse a su terraza principal, donde la vista se aposenta ante el perfil africano, merecerá la pena disfrutar de su microclima (una sombra con un puñado de grados por debajo del entorno) y la cuidada cocina andaluza de Ramón Ortigosa. El Mirlo, con mesas altas y sofás para picotear y brindar, evoca a arroces y pescados de la zona. Lubinas, urtas, borriquetes elaborados a la sal, a la espalda, a la bilbaína o la roteña. El océano, más allá de Valdevaqueros, se revuelve en espumas en el horizonte, los mismos lugares de las capturas que llegan a la mesa.  

Una urta a la bilbaína con guarnición de patatas en El Mirlo Una urta a la bilbaína con guarnición de patatas en El Mirlo

Una urta a la bilbaína con guarnición de patatas en El Mirlo

 

Gambas rojas en El Mirlo Gambas rojas en El Mirlo

Gambas rojas en El Mirlo

David Muñiz es el restaurant manager del joven equipo que atiende a los clientes y que orientan en torno a la materia prima de cercanía que se expande por la carta y la surtida bodega, con decenas de sugerencias de vinos jerezanos, y una carta de coctelería que invita al relax veraniego, una tranquilidad que se palpa desde la llegada a El Mirlo, de espíritu de playa salvaje y casi secreta como la de Punta Paloma, a la que se accede desde unas rampas.

La terraza chill out, aún por abrir al público, de El Mirlo tarifeño La terraza chill out, aún por abrir al público, de El Mirlo tarifeño

La terraza chill out, aún por abrir al público, de El Mirlo tarifeño

Los arroces son otras de las grandes sugerencias para la mesa entre mariscos de cigalas y gambas blancas y rojas que ya eran referencia en la anterior etapa de este restaurante encalado y sombras de cañas (la decoración ha corrido a cargo de Paola Galiardi), con aire casual y auténtico. Un verano de los de siempre con platos de toda la vida (incluido el gazpacho y las croquetas) y el estilo sofisticado en la atención y el ambiente. El Mirlo invita a volar la imaginación del comensal.

Una experiencia de sabor y sensaciones con el perfil africano en el horizonte que lo convierten en una terraza que es punto y aparte, con la trayectoria del Marbella Club respaldando esta nueva etapa de un nombre legendario en la hostelería de Tarifa.

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