Cultura

Begoña Callejón: “La labor del profesor es fundamental para acercar al alumnado a lo poético”

  • La escritora almeriense, que lleva media vida en Granada, acaba de lanzar un nuevo libro que lleva por título ‘Fábula material’, una visión poética sobre el destino de la Humanidad

Begoña Callejón mostrando el nuevo poemario que acaba de lanzar titulado ‘Fábula material’.

Begoña Callejón mostrando el nuevo poemario que acaba de lanzar titulado ‘Fábula material’. / Rubén Martín

-Acaba de publicarse Fábula material, su último poemario. Curioso, pero su anterior libro de poemas apareció en 2015. ¿Qué ha pasado en este tiempo?

-El último libro que publiqué de poesía fue Horas hermosas para teñirlas de rojo en 2015. Sin embargo, no dejé de publicar. En 2018 escribí una narración híbrida, Hotel Útero, y ese mismo año apareció el ensayo Hijas de la melancolía. Mujeres que rompen su jaula. Y en 2019 vio la luz el libro infantil El robasábados. Hasta la fecha tengo publicados diecisiete libros, de diferentes géneros. A pesar de que no me gusta ceñirme a un solo estilo de escritura, sigo prefiriendo la poesía. Por eso, en esta ocasión, he vuelto a ella con mi último libro Fábula material (Bartleby, 2022).

-¿Cómo ha vivido estos dos últimos años donde llegó una pandemia que parece haber cambiado casi todo?

-Pienso que la pandemia, para la mayoría de las personas, ha sido vivida con desolación, angustia y tristeza. En mi caso, perdí a un familiar cercano y como yo, otros seres próximos a mí sufrieron la misma experiencia. Conozco a artistas que durante estos dos años han creado a distintos niveles: literatura, música, pintura… En mi caso he dedicado este tiempo al estudio. He estado realizando el Master de Psicología Sanitaria por la UNIR, que ha durado justo estos dos años. Entre asignatura y asignatura fui dándole forma a lo que acabo de publicar Fábula material. Material que ya tenía en parte en el cajón.

-¿En este nuevo poemario cuales son los temas que aborda?

-Fábula material es una visión poética sobre el destino de la humanidad una vez que esta ha perdido su comunicación con la naturaleza y se encamina hacia su probable destrucción. En un diálogo con seres vegetales, con animales marinos y con insectos. Un mundo de resonancias apocalípticas que van volviéndose más explícitas a medida que avanza el libro.

-¿Cual es el tema principal?

-Es el fin del mundo tal y como lo conocemos. Hubo una escena concreta de la película de Sátántangó (Béla Tarr, 1994), que inspiró la parte final, concretamente diría que fue la escena que creó el libro. Estuve durante meses sin poder apartar de mi mente uno de los fotogramas de la niña de dicha película. La veía caminar, serenamente, triste, cansada; con su gato muerto bajo el brazo; al que había envenenado minutos antes. Hay muchas escenas en el libro que parten de escenas cinematográficas, pero esto no es algo evidente en el texto, hay que profundizar en él, observar las capas más ocultas.

-Compruebo que este libro consta de cuatro partes, empecemos por Tálamos. ¿Qué poemas reúne en este apartado?

-Se conoce como tálamo a la parte axial de la flor sobre la que se encuentran las diversas piezas de la misma. Seleccioné en esta primera parte un conjunto de plantas, árboles y flores. Los poemas de Tálamos reciben el nombre de diferentes seres vegetales, que representan la vida en uno de sus estados más básicos, pero imprescindibles. De ellos obtenemos el oxígeno y los ciclos que hacen posible la existencia del reino animal. Son un lamento por su destrucción, por la manera en que los humanos hemos perdido el respeto reverencial que les debemos.

-También hay otra parte denominada Branquias. ¿Explíqueme el contenido?

-Las branquias son un órgano respiratorio de los peces y otros animales acuáticos, a través de cuyas paredes la sangre absorbe el oxígeno disuelto en el agua. Aquí he tratado de reunir a una serie de seres marinos que poseen branquias, seres que se estremecen porque ven que el océano puede desaparecer de la forma en la que lo conocemos. El océano que fue la cuna de toda la vida terrestre. Lo que pretendo realmente al hacerlo es plasmar la decadencia del ser humano, al sumergirnos poéticamente en nuestros antepasados más remotos: los peces.

-Me llama la atención la parte que engloba élitros, que son unas alas de insecto.

-Los élitros son las alas anteriores (modificadas por endurecimiento) de ciertos insectos, como libélulas, mariposas o caballitos del diablo. En algunas culturas, los élitros simbolizan una guía espiritual, para expandir nuestra percepción más allá de los diferentes sentidos. Por ejemplo representan el Sol naciente, símbolo de la resurrección, en la mitología egipcia. Los insectos son el grupo de seres vivos más numeroso y diverso de la Tierra, se estima que forman el 90% de la vida. Ellos heredarán el planeta si desaparecemos. En mi libro son a veces testigos y a veces heraldos del fin del mundo (aparecen insectos mutantes, como los que habitan Chernobyl tras el accidente radioactivo) que los humanos estamos provocando, pero que no acabará con ellos. En nuestra arrogancia pensamos que son insignificantes, pero en realidad en comparación con nosotros son casi inmortales como especie.

-La última parte me llama mucho la atención, se denomina Ragnarök y aparte es muy breve. Es el cierre del poemario.

-Ragnarök es el nombre que recibe el fin del mundo en la mitología nórdica. Para cerrar el libro estudié diferentes mitos apocalípticos, que también tienen ecos en estos poemas, pero escogí el Ragnarök porque me pareció especialmente bello e inquietante. Esta sección habla de la destrucción del mundo tal como lo conocemos, pero también del resurgimiento de la vida, la esperanza tras la aniquilación, el comienzo de un nuevo ciclo.

-Hace 12 años decía que con la poesía quería provocar una reacción en el mundo. ¿Sigue pensando lo mismo?

-Bueno, relativamente. No solo la poesía es la que provoca una reacción en el mundo: todo, de alguna u otra forma, lo hace. El silencio por ejemplo ya es una respuesta. Y, por lo tanto, crea una reacción en aquel que lo recibe. Estoy de acuerdo con lo que dijo Ballard de que hay que alimentar a las propias obsesiones, supongo que eso es lo que nos da forma a los poetas. Mis obsesiones suelen estar relacionadas con el estado de ánimo, y no solo con el mío, sino con el de todos aquellos que me rodean. Trato de reflejar la angustia o la soledad de nuestros días. Y el que habla a través del poema puede ser un enfermo mental, una niña o la propia naturaleza. Esto me resulta indiferente ya que lo que trato de hacer es mostrar cómo en la mayoría de los momentos estamos perdidos, ya sea a través de fantasmas del pasado, el temor al futuro o por nuestras propias rutinas diarias. Lo que es fundamental es poder empatizar con todo aquello que nos rodea.

-Siempre ha querido que la lectura de poesía provoque emociones. Con el paso del tiempo ha cambiado mucho su forma de expresar a través de la poesía esas emociones.

-Pese a que en el poema existen elementos ajenos a ti también hay inevitablemente una fuerte carga emotiva. En las palabras que forman el poema yacen tus propias experiencias y de esto, como de tantas otras cosas, no se puede huir. Pienso que la poesía y por lo tanto los poetas pueden adentrarse en el lenguaje de la forma en la que se sientan más cómodos y no deberíamos ser los que pusiésemos grilletes a esto. Me basta con leer a Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Anais Nin, Simone de Beauvoir, Jorie Graham, Chantal Maillard, Ted Hughes, Sharon Olds, Birgitta Trotzig, Faulkner, Rilke, Joyce Mansour, Agota Kristof, Anne Carson o George Trakl, para sentir esa emoción necesaria y previa a la escritura. Para mí la libertad en la poesía está en la propia palabra. Hay que dejarla respirar, expandirse, jugar con ella. Pero una libertad con crecimiento.

-¿Cómo ve la situación de la poesía en este país?

-Hay poetas innovadores y con un discurso muy personal como Lola Nieto, Raúl Quinto, Rubén Martín, Sara Torres, Ana Tapia, Ángela Segovia, Mónica Caldeiro o Luna Miguel; y también lo encontramos en autores consagrados como Juan Carlos Mestre o Chantal Maillard. El problema es que muchos de estos autores publican en editoriales independientes, mientras que los premios, por su propia naturaleza, recaen por lo común en poesía mucho menos innovadora, porque al no arriesgarse se consigue más consenso entre los lectores. A pesar de esto, estamos en un momento donde nos encontramos con una enorme variedad de estilos poéticos. Y esto siempre es de agradecer.

-¿Cree que se lee la suficiente poesía en los centros de enseñanza. Y a nivel particular, cree que los lectores están por la poesía?

-Pienso que en los centros de enseñanza se lee todo tipo de literatura. Cada vez se tiende más a leer a nuevos y jóvenes autores en los centros; de hecho, me acaban de invitar a un instituto de Granada para dar un recital poético y no es la primera vez que esto ocurre.

-Tiene mucho que ver la edad de los lectores.

-Habría que diferenciar también por edades: si nos centramos por ejemplo en la primaria, se suele utilizar con frecuencia la poesía ya que estimula la memoria auditiva, visual y rítmica de los niños. Quizá este mundo lo conozco más debido a mi hija Ariadna, que tiene 10 años y esto es lo que vive en su día a día en clase. Si tenemos ya una base en primaria, cuando se llega a la secundaria, todo este camino resulta más fácil, se trata de allanarlo. Mi marido, Rubén Martín -que es profesor y también poeta-, me suele comentar que a pesar de que se lee poesía en el aula suele haber algunos problemas; es como si al perder la inocencia infantil se adquiriera un miedo a “no comprender” la poesía. Pero lo que está claro es que la labor del profesor es fundamental para acercar al alumnado a lo poético.

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