Cultura

Maximina Espeso muestra su arte rupestre en 'Cave Art' en sala Kokoro

  • Durante este verano se podrá ver y tocar una exposición que comparte estética con las formas más primitivas de la pintura

En su origen Maximina Espeso fue una pintora de formación naturalista, impresionista, enfocada a la luz sobre naturaleza, pero "un día, de forma casual, hace quince años, entré en una cueva en Asturias, y al encontrarme con la representación de un caballo de hace miles de años mi relación con la expresión plástica cambió, me suscitó un interés y una emoción, un torbellino, del que no me he podido desprender, y que me llevó a abandonar mi carrera artística tal y como había sido y comencé a estudiar la pintura prehistórica",

Cuenta cómo esto como cambió el sentido de sus obras, su función y como la vive desde entonces. "Quiero conocer como era pintar hace miles de años, su desarrollo evolutivo, su desarrollo neuronal, me obligó a estudiar a mirar a viajar, extrañada con las cosas que teníamos en común. Y no he dejado de mirar a la prehistoria desde entonces".

La artista expone una interesante obra donde el motivo principal es el Indalo de Almería

"Hay un montón de hechos que me han dado mucha información, la realidad representada era la realidad, era un pensamiento mágico, pero claro, todo son elucubraciones, la prehistoria da para imaginar pero no podemos estar seguros de que fuera realmente. Es como el tema de la mujer, nosotros proyectamos nuestras vivencias, cuando miramos hacia atrás, sin querer proyectamos nuestra cultura y nuestras formas actuales. Pero no era así, pintaba el que tenía la capacidad de reproducir la realidad, era una cuestión de aptitudes, no de roles", sostiene.

-¿Has trabajado colaborando con museos y centros de interpretación, tenemos entendido?

-Sí. En mi trabajo hay una labor importante de socialización de acercamiento del patrimonio, ya que es difícil ir al origen, a las cuevas, y ver. Me trabajo acerca esas imágenes y hacerlas conocidas, de forma cómoda, en tu ciudad, en una sala, bien iluminadas, porque lo que no se conoce no se valora y verlas cercanas les suscita interés y preguntas al público.

-La obra que has traído a Kokoro, a ¿Qué imágenes nos va a recordar?

-A esta muestra traigo una obra menos documentada, de imágenes más mediterráneas, del levante español, incluso de Argelia, por supuesto de Almería. He traído 27 obras, pero no son las obras documentales de gran tamaño que utilizo en esos centros de interpretación, es una obra más de aquí."

-Tu obra es rica en texturas, cuando pensamos en pinturas rupestres vemos imágenes, fotografías de esas imágenes, y así se pierde la riqueza del soporte. Tu trabajas estas superficies de manera muy elaborada, ¿Cómo es?

-Sí. Hay una textura previa que te provoca. En mi proceso artístico yo genero una superficie, con heridas, grietas, ahí es donde me transporto yo, y sobre ese yo llamo a las imágenes. Hago las texturas y encuentro las figuras. Ellos los hombres y mujeres paleolíticos, relacionaban la superficie con la luz y la observación, encontraban la información que la roca les daba, y se hacían uno con ella y encontraban lo que pintaban. Salvando las diferencias eso es lo que yo intento vivir y transmitir al público. Para ellos había una interacción con el soporte, con la pared, con la piedra, encontraban en ella formas de las que veían surgir formas que convertían en figuras.

Delante de las obras, junto a la autora, se pueden tocar las superficies de las obras y notar como cada una tiene incluso una temperatura diferente cómo señala Maximina, cómo algunas son suaves, lisas, otras rugosas, ásperas, más sufridas, con dolor. Nos hace diferenciar incluso entre los diferentes materiales, los cuarzos y sus brillos o los mármoles y su versatilidad.

Se observa cómo los tonos cálidos surgen de los óxidos de hierro y los fríos, los azules del cobalto. En la visita con ella a la obra se descubren grabados sobre la piedra que invitan a ser acariciados para comprenderlos más interiorizadamente , de manera más íntima. "Son obras para descubrir con los dedos, con el tacto. Y lo he podido vivir cuando asisto a visitas de discapacitados visuales a mis exposiciones, es entonces cuando cobran otra vida". Su obra sobre el Indalo es su favorita en la muestra, por ser "la primera de un nuevo camino que ha surgido del trabajo" dice Maximina, feliz de que sea esa especialmente, por su vinculación a nuestra tierra y la carga simbólica de nuestro icono.

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