Patrimonio

Desde la Tradición a la Modernidad de la arquitectura y urbanismo del franquismo

  • Amigos de la Alcazaba hace un recorrido desde Ciudad Jardín a los Pueblos de Colonización

Amigos de la Alcazaba en su visita a Atochares.

Amigos de la Alcazaba en su visita a Atochares.

Amigos de la Alcazaba ha culminado su proyecto depuesta en valor y difusión de una parte esencial del patrimonio arquitectónico y urbanístico de Almería con el ciclo de conferencias y visitas que bajo el encuadre general de De la posguerra al desarrollismo. Arquitectura y urbanismo en Almería 1939-1975 se ha venido celebrando a lo largo de febrero y que ha acaparado un enorme interés ciudadano, con aforos completos en todas sus iniciativas.

La última visita que cerró este proyecto de conocimiento y comprensión de los cambios que se han producido en Almería en los últimos años fue una especie de canto de esperanza, de optimismo, de reconocimiento de que, a pesar de tantos errores, de tantas dificultades y hasta de tantos desaguisados en el planeamiento urbanístico y arquitectónico que se han acumulado en Almería en este periodo, también ha habido una notable capacidad de reacción que ha sido capaz de poner en pie ideas y proyectos de verdadero impacto en materia de arquitectura y urbanismo.

Guiados por Alfonso Ruiz García, historiador del arte y experto de protección patrimonial, se inició ese recorrido de la tradición a la modernidad en el espacio singular de Almería que es el barrio de Ciudad Jardín. Proyecto de iniciativa municipal en los años cuarenta bajo la dirección del arquitecto Guillermo Langle, inspirado en las utópicas ciudades jardín del mundo anglosajón, con viviendas unifamiliares construidas con buenos materiales, higiénicas, con espacios ajardinados para una vida comunitaria y saludable, con precios altos y destinadas inicialmente a una burguesía funcionarial local.

Un proyecto que era la contraposición a la barriada obrera de los años republicanos, con conceptos ideológicos específicos de la época y bien claros como es el diseño jerárquico, con el poder político bien posicionado en el edificio de la plaza central que hoy ocupa el centro de salud y el poder religioso representado en ese mismo lugar por la Iglesia de San Antonio de Padua, arquetípica iglesia de pueblo, con múltiples referencias de estilos arquitectónicos.

Una urbanización cerrada, en su origen aislada del resto de la ciudad, y completamente autosuficiente con todos los servicios comunitarios al alcance de sus habitantes.

Un proyecto básicamente tradicional al que Guillermo Langle pudo ya incorporar destellos de modernidad en el diseño racionalista de alguna de las viviendas, como esa que aún sobrevive en su estado original en la esquina de la calle América con la calle El Salvador, completamente abandonada y que espera una rehabilitación respetuosa. Una modernidad que recibe un golpe de absoluto vanguardismo con el diseño del grupo escolar Lope de Vega, una arquitectura impensable para la época, año 1950, y que sólo salió adelante, como enfatizó Alfonso Ruiz, gracias a que se trató de un proyecto exclusivamente municipal del que, en Madrid, afortunadamente nadie supo nada.

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