Bonita expresión, muy conocida en nuestro castellano, y que todo el mundo sabe interpretar como metáfora. Lo utilizamos en hechos cotidianos, de nuestra vida laboral, cuando nos cruzamos con acontecimientos que difícilmente pueden explicarse desde la lógica. Pues uno de estos hechos cotidianos tiene a mi barrio muy atareado durante este mes de mayo. Cuando salgo a pasear con mi perrilla por la carretera de Níjar, ya no tengo que preocuparme por sortear las caquitas de los perros, ni la abundante suciedad que se acumula en nuestras calles. No, ahora en el mes de mayo hay algo mucho peor y que probablemente afecte a muchas calles de nuestra Almería. Hombres y mujeres con un cepillo y mucha agua intentan recuperar nuestras aceras, sucias, pegajosas, negras y ¿quién es el culpable?está claro, es del que asó la manteca y se le ocurrió plantar esos arbolitos de flores azules que desprenden aceite y que tienen cabreado a todos los vecinos que los tienen cerca. ¿A quién se le ocurriría plantar este tipo de árboles? Desde luego no creo que deba el alcalde felicitar al insigne botánico que tuvo la genial idea de plantar estos árboles en nuestras calles. No soy enemigo de los árboles, es más creo que faltan en nuestras calles y avenidas, porque contribuyen a crear espacios de sombra en una ciudad tan luminosa como la nuestra, y nos hacen falta por miles. Que tome nota el que asó la manteca.

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