íbamos con todo y acabamos con nada. Más desolador que pasear un domingo de verano por el centro de Almería es hacerlo en junio y que veas más carteles que personas. La idea era buena y el eslogan también tenía tirón. El problema es que no vamos con todo desde la época de José Gomes, desde que el entrenador portugués defendía con vehemencia en rueda de prensa la dignidad del escudo que muchos jugadores ni sienten ni padecen.

Si Rubi iba con todo sí que tenemos más problemas, pues será él en teoría quien deba dirigir a la UDA hacia Primera desde ya. Le pese o no, sonarán entrenadores hasta que quién sabe si vuelva a haber relevo en el banquillo rojiblanco antes de lo previsto, visto lo visto. El técnico catalán empeoró los números de su antecesor portugués y, lo que es aún peor, nos dejó a todos con la sensación de derrota; antes, durante y después del playoff.

Era de esperar que el Girona fuera superior, pero no tanto. O más bien que muchos no queríamos admitir ni ver la inferioridad de un equipo que en el último tercio de competición se bajó del ascenso directo y casi lo hace también de la disputa de estas eliminatorias. No hubiera pasado nada, aunque el disgusto hubiera sido aún mayor, mayúsculo y subrayado, quizá en negrita o más bien en Arial Black 72.

Motivos ha habido muchos y culpables también. En defensa, un flan; en ataque, una escopeta de feria. Y así, a ningún lado. La pena es que mimbres había, en todas las líneas. Algunos no repetirán, una pena. A otros los tendremos que volver a sufrir, menuda penuria. A tiempo se está, eso sí, de que las ausencias indeseadas sean mínimas y suplidas con garantías, así como que las presencias indeseadas puedan tener la mejor salida posible para todas las partes. Que tras dos intentos fallidos, aprovechemos de verdad el mensaje y esta vez sí que podamos decir con la boca llena que vamos con todo.

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