Ahora sería el parón entre el Tour y La Vuelta, pero las circunstancias mandan y tampoco se puede quejar uno como espectador con la semana que se viene por delante: Champions, Europa League y promoción a Primera. Si se decide esto durante agosto es por el bicho. La realidad es la que es y se puede enmascarar, incluso no aceptarla, como el que pierde un ser querido y se autoengaña aseverando que es mentira. Este periodista en su labor de entrenador está planificando la próxima temporada porque uno no se puede quedar parado por la imprevisibilidad, aplicando la máxima de más vale que sobre que falte. Sin embargo, siendo realistas la 20-21 en lo que no es LaLiga va para largo. Cuanto antes, mejor, claro está, pero la salud no se puede poner en riesgo y hay que empezar a asumirlo cuanto antes, máxime viendo los problemas que están teniendo aquellos profesionales que están en una semiburbuja.

Imagínense un club de barrio o pueblo cualquiera. Sin entrar en economía (será más difícil que la jamonería de turno, que la está pasando canutas, ponga dinero), lo deportivo es cuasi imposible por el momento en un deporte de contacto. Ya no sólo por la decisión de los padres de proteger a su vástago, sino por la posibilidad de que uno dé positivo, poniendo en cuarentena a sus compañeros, incluso al club y el equipo rival. En el caso de los séniors con viajes de una ciudad a otra, con lo que eso conlleva, en el autocar, incluso en desplazamientos con avión y hotel. Y esto no es culpa de la pésima gestión del gobierno. No hay un culpable realmente. Lo único que se puede hacer es ser creativos y buscar alternativas, como intentar entrenamientos de tecnificación evitando el contacto. Eso sí, los robos que hacen las federaciones con determinados ingresos deberían convertirse en ayudas. Por no hablar de bajarse los sueldos quienes están en estos entes. El que quiera imaginarse otra realidad puede hacerlo. Si luego se lleva el hostión...

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