No vamos a pedirle a Fran Fernández que obre el milagro de los panes y los peces cuando venimos de tantos años de sequía futbolística por esta esquina de la península. Es una campaña de reconstrucción y por ende sería contraproducente exigirle a un plantel confeccinado para sumar 50 puntos y evitar la angustia de salvarse en la última jornada en la medida de lo posible que a estas alturas esté metido de lleno en el play off.

Ni viene a cuento ni sería recomendable cargar de presión a un vestuario repleto de jugadores jóvenes y con escasa experiencia en el fútbol profesional. Ayer lo recordaba por enésima vez el propio Fran Fernández tras su comparecencia de prensa en el postpartido de la visita a Tarragona, pero el zapillero dejaba abierta una puerta a la ambición. De hecho, fijó el término de la primera vuelta como punto de inflexión para ver si el equipo puede tirar hacia arriba o se estanca.

Hoy por hoy deambula en esa zona templada, esa tierra de nadie tan ansiada hace apenas unos meses que a unos pocos empieza a impacientar. Hasta la fecha FF ha dado pocos pasos en falso y sería conveniente dejar que cumpla con el plan trazado durante el verano, cuando con una demora injustificada recibió la llamada del presidente para comunicarle que tomaba las riendas del primer equipo a todos los efectos lejos de las dos interinidades vividas con anterioridad.

Al equipo se le presupone un margen de crecimiento que puede conducirlo a metas más ambiciosas, pero para ello habrá que gestionar la recuperación de efectivos que ahora llega. Van a ser 7 reincorporaciones de golpe a un plantel que hasta ahora ha ido funcionando con lo puesto y dentro de poco habrá que dejar a 7 futbolistas aptos fuera de la convocatoria. En función de cómo sepa gestionar los egos el cuerpo técnico bajo ese prisma se verá la medida real de este Almería.