De Ponferrada a Alcorcón. Del pesimismo a la euforia. En un partido en el que se arrasó al rival en el primer tiempo sin elaborar en demasía, atacando los espacios y en el que el gran objetivo era encontrar a Umar Sadiq a la espalda de la defensa, los tres centrocampistas eran idóneos. Perfiles que se encuentran en algunos puntos, pero que se alejan en los más importantes. DLH haciendo de pivote único, como si se tratase de un cierre de fútbol sala. Por delante, Samú Costa y Lucas Robertone. En ese salto que dieron ambos en el once, adelantando su posición, se movieron como peces en un agua aclimatada para los dos todoterrenos entre tantas imperfecciones locales. Su empuje fue la llave para, esta vez sí, conectar con los de arriba. El invitado que también aglutinó fútbol fue Francisco Portillo, que partía como extremo, pero que gozó de la libertad necesaria para sumarse al carril central y generar continuas superioridades. Todo salió según lo planeado, ¿pero ahora cuál es el plan frente al Tenerife? ¿Continuidad? El centro del campo, epicentro del juego rojiblanco, está en un candente debate. La respuesta: diferentes partidos. En los Juegos Mediterráneos has de dominar y presionar. En este contexto, DLH es una figura menos ideal, especialmente en lo segundo. Líneas menos juntas y menor capacidad de repliegue. La versatilidad de Samú Costa, Robertone y Curro Sánchez aportan al equipo una mayor vitalidad en el medio. Siguiendo esta línea, no sería una sorpresa volver a ver a Lazo en el once junto a Ramazani. El trabajo en las bandas será importante contra los de Ramis. Quizás la figura de Portillo quedaría opacada por la presencia de Curro. Al final, si el Almería domina (no necesariamente con la posesión del esférico), los miedos en la parcela defensiva se difuminan y el bloque crece. No todos los días van a ser como Santo Domingo. Ni como El Toralín. En el término medio está la virtud.

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