No sé ustedes, pero yo veo apatía en esta campaña electoral. Tendrá que ver con el hecho de que apenas hemos salido de otra, la del 28A. Además, no lograba coincidir con los voluntarios de los partidos que reparten publicidad o, llevado por la suerte, con el o la candidata principal, ahora que, dadas las circunstancias, no les importa en absoluto socializar con el pueblo llano.

Así, para amenizarme la espera de la votación fui el jueves a la plaza de toros de Almería. Al concierto de Fangoria- El viernes era Raphael. ¿No es, en general, un público como algo conservador el de los artistas elegidos para este fin de semana por el Ayuntamiento? En esta conspiranoia andaba meditando cuando, a la salida, unos jóvenes del PP repartían folletos. ¡Qué digo! Llamarlos folletos es insultarlos.

Eran flyer tipo cartulina con un gramaje mínimo de 350 gramos, que daba gusto tocarlos. La caratula la firmaba Ramón. No es que yo le llame así, con la confianza de quienes comen juntos. Es el nombre de campaña del candidato popular (lo aclaro para los no residentes). Ahí la izquierda perdió la oportunidad de, también, repartir algo a un montón de votantes de clase media. Hay que espabilar, amigos, veo al PP más activo, como si tuviera confianza. De hecho es su lema, Confianza Ramón. Leído así parece el nombre de una mercería, lo sé. Pero si van por Carretera de Ronda todavía hay una combinación mejor. Está el anunció de Ramón junto al de una empresa y lees: Confianza Ramón Gregorio Marañón.

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