Corren tiempos difíciles y toca estar a la altura de los acontecimientos. Desde la II Guerra Mundial que el mundo occidental no había vivido una situación de crisis que obligara a modificar las conductas cotidianas de los ciudadanos, sus hábitos de vida y sus costumbres, como la de ir a un estadio cada fin de semana. La tragedia iguala. Cuando caen las bombas lo hacen sin distinción y cuando un virus amenaza la condición humana, lo hace de manera transversal, sin preguntar raza, color, clase o estatus social. Lo único diferente es que nuestros abuelos eran reclutados para ir al frente de batalla y a nuestras generaciones solo se nos pide quedarnos en casa, para lograr la victoria. En estos días de pánico, vemos como el Covid-19 ha infectado a líderes políticos, empresarios, artistas y deportistas. Desde Irene Montero a Lorenzo Sanz, pasando por Dybala, Rugani y Matuidi de la Juventus, Fellaini el belga espeluznado que juega en el fútbol chino, el españolista Wu Lei, German Pezzella, el valencianista Ezequiel Garay y otros varios casos confirmados y por confirmar. El ex capitán del Milán Paolo Maldini y su hijo, o el técnico del Arsenal, el español Mikel Arteta se suman a esta extensa lista de deportistas contagiados por el coronavirus. Ni la fama ni el dinero han logrado impedir el contagio y desde esa perspectiva todos somos iguales. La verdad que vi escrita en la entrada de un cementerio almeriense, "el único sitio donde el dinero y los títulos no te sirven de nada". Mientras en España esperamos que lo peor esté por llegar, como avisan desde el gobierno, falleció Lorenzo Sáez. El hombre bajo cuyo mandato el Real Madrid volvió a reinar en Europa después de treinta y dos años de oscuridad. La séptima y la octava Champions del club blanco, fue con Sáez en la presidencia. Presidente del año ´95 al 2000, el hombre que comenzó su vida laboral como gestor de publicidad de una revista de muebles, fue el creador de aquel Madrid con Capello a la cabeza y jugadores como Suker, Roberto Carlos, Raúl y Mijatovic. Se mereció otra despedida. Cosas de la igualdad del momento.

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