Análisis

juan manuel martín robles*

Joaquín sorolla: retrato de constantino moscardó

Considerado como uno de los principales representantes de la pintura naturalista y plenairista europea, Joaquín Sorolla fue, hasta la irrupción de Picasso, uno de los pintores españoles con mayor proyección internacional.

Premiado en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en Madrid en 1883, 1892, 1895 y 1901, expuso en numerosas ocasiones, siempre con éxito, en París, Venecia y otras capitales europeas, así como en Estados Unidos, siendo uno de los primero españoles en mostrar su obra en Nueva York y Chicago. Especialmente conocido por sus luminosas y coloristas escenas de playa, Sorolla también fue un consumado retratista. Un género en el que, heredero de la gran tradición realista española e influenciado por la obra de Velázquez, queda manifiesto el magistral dominio del oficio y la técnica que, tras ser introducido hacia 1892 por Aureliano de Beruete en los ambientes aristocráticos madrileños, muy pronto le llevó a convertirse en uno de los retratistas más demandados por la alta sociedad contemporánea.

Pintado el mismo año en el que obtuvo el Premio de Honor de la Exposición Universal de París, el Retrato de Constantino Moscardó es un buen ejemplo de cómo Sorolla afrontó el género a lo largo de su carrera: concediendo a sus retratos el mismo aire de inmediatez y modernidad con el que trabajó sus escenas de playa y paisajes (de ahí la crítica generalizada de la, supuesta, falta de profundidad psicológica de sus retratos), y manteniendo siempre en aquéllos su insobornable compromiso con la realidad. Hecho este último que le llevó a abandonar cualquier atisbo de idealización en la traslación al lienzo de sus modelos, que quedaban retratados "tal cual eran" por un pintor que, como señalase María Elena Gómez-Moreno, «se deja impresionar por la realidad y procura reflejarla no sabida, sino vista».

Retrato del padre del cuñado de Sorolla, Luis Moscardó (casado en 1897 con Enriqueta García del Castillo, hermana de Clotilde, la esposa del pintor), en éste el anciano Constantino Moscardó, sentado ante un fondo neutro sobre el que destaca su rotunda testa de amplia frente despejada, aparece vestido con traje, pajarita (destacada sobre el blanco de la camisa) y chaleco negros. Una sobria vestimenta, común en la mayoría de los retratos masculinos de Sorolla, que concede al retratado aire de seriedad y permiten al artista concentrar toda la atención en el adusto semblante del personaje. Un rostro, resuelto con pincelada rápida y generosa de color, e iluminado con especial atención para destacar sus rasgos, en el que prestará especial atención el pintor a la mirada, dirigida directamente al espectador, en la que queda condensada la fuerza y personalidad del retratado.

Obra dedicada por Sorolla A mi hermano Luis, citada y catalogada por Bernardino de Pantorba en La vida y la obra de Joaquín Sorolla (1953), y conservada, hasta su reciente subasta, en la colección de la familia Moscardó, este retrato fue expuesto anteriormente en las muestras 'Sorolla' (Galería de Arte Expo-4, 1974) y 'Sorolla en las colecciones valencianas' (Museo de Bellas Artes, 1997) celebradas en Valencia.

*Doctor en Historia del Arte

Director de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino

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