En 1988 Artero declaraba: "Siempre me he considerado vitalmente encajado en Almería […] Soy almeriense por vocación y por decisión". Hombre de ideas y, sobre todo, de acción, José María demostró a lo largo de décadas su compromiso -insobornable y alejado de localismos chovinistas- con Almería, tanto a través de sus vínculos con la Cultura -su principal campo de actuación-, como con su participación en otras iniciativas de especial interés.

Su pasión por el mar -puesta de relieve a través de su libro Pescadores y navegantes, y de los numerosos artículos de tema marinero que, bajo el seudónimo "Petifoque" o con su nombre, publicó en la prensa almeriense- pronto le permitió evidenciar su amor por su ciudad natal, formando parte en 1949 de los socios fundadores del Club de Mar de Almería. Una institución a la que estuvo vinculado como regatista y en cuyos órganos de gobierno participó activamente durante sus inicios.

También el ámbito del deporte almeriense conoció su entusiasmo y buen hacer, a través de los vínculos de Artero con el mundo del baloncesto. Un deporte que practicó desde su juventud, especialmente durante sus años estudiantiles en Madrid, y de cuya afición fue uno de los primeros impulsores en Almería, manteniéndose activo como jugador hasta cumplir los 60 y formando parte de la Federación provincial, de la que llegó a ser su presidente. Concejal por el Tercio de Familia en el Ayuntamiento de Almería entre 1956 y 1962, en 1980, y aunque siempre intentó mantenerse equidistante del ámbito político, su compromiso con Almería le llevó a presentarse a las elecciones parciales al Senado por UCD, con el firme convencimiento de que desde aquella institución podría luchar por Almería y «defender la peculiaridad almeriense, dentro del ámbito andaluz». Tras no conseguir escaño, y desencantado, renunciaba a la política como espacio desde el que trabajar por la provincia.

*Director de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino