La sombra del chopo es alargada, pero la del 'Chopo'- José Ángel Iribar- lo es aún más. La hinchada del estadio de San Mamés ha escrutado con microcospio a todos cuantos guardametas han sucedido al mítico portero del Athletic Club . La tendencia general pasaba por establecer comparaciones sobre seguridad y artificios, contundencia y eficacia, elegancia y porte. La grada dictaba sentencia, pero no sin antes conceder un tiempo al candidato a sucesor.
El jurado popular, en los primeros partidos, fijaba su atención sobre las paradas del novicio y después, tras unas jornadas de prueba, comenzaba a fijarse en las que no paraba. La aplicación real de esta historia se produce con la defensa de los balones laterales. Los defensas, por lo general, miran al balón y desatienden la marca del rival.
El balón se mueve, pero el delantero de turno también lo hace y se aprovecha de este grave error defensivo, que nace de un problema de lateralidad. Los prejuicios tienen mucho de estos dos ejemplos. El aficionado se deja llevar y tiende a hablar de un equipo, o del suyo propio, sin demasiada información. Ocurrió el verano pasado y pasará en el que está por llegar.
Los 'Maldinis' de turno, esos que reconocen a un buen pelotero únicamente con comprobar sus andares, volverán a caer en la tentación de emitir su particular informe sobre el Almería sin saber cómo juegan sus fichajes que, a lo que parece, llegarán en un buen número de equipos de Segunda División B.
El tercer escalafón de fútbol patrio está poco o nada valorado, pero es el granero del que han de abastecerse los equipos con pocos recursos- leáse por ejemplo Unión Deportiva Almería.
Se trata de una categoría maldita dentro del fútbol español, donde coexisten marines de Vietnam con muchas batallas a cuestas con maletillas con sed de triunfo y hambre de oportunidades. Hombres sin nombre, ocultos diamantes por pulir.
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