El fútbol no es una ciencia por más que algunos lo puedan creer y el terreno de juego no es un laboratorio de donde surgen pócimas mágicas para el éxito. Gaizka Garitano no es un brujo. Tampoco tiene la genialidad de Einstein ni la capacidad de análisis de Freud. No tiene la capacidad milagrera de la Virgen de Lourdes. No es un valiente por haber aceptado el cargo que otros, entre medio centenar de candidatos, han rechazado. El deriotarra es un entrenador profesional y el entrenador es el que entrena. El fútbol es la gran obsesión del técnico vizcaíno, un tipo correcto y educado aunque su rostro pueda dar a entender otra cosa. El hijo de ‘Ondarru’, mote por el que es conocido su aita por ser natural de Ondarroa, es exigente, trabajador y un tanto cansino para el jugador por el abundante material que maneja en forma de videos, charlas y estadísticas. El fútbol es un deporte de azar, pero se diría que no deja nada a la casualidad. Su palmarés presenta 155 victorias frente a 109 derrotas con 102 empates en sus 366 partidos ligueros en una docena de temporadas en tres categorías y cinco clubes. La de la UDA es su tercera experiencia lejos del País Vasco, donde se formó como jugador y entrenador, tras las que conoció con el Depor y Valladolid, breves en el tiempo. Sus detractores le tachan de conservador, amarrategi, y sus defensores hablan de su personalidad. Garitano, sea como fuere, es el mejor entrenador actual de la UDA porque, sencillamente, es el que tiene ahora y es uno de los nuestros. El importante es el que está y no el que pudo estar. El jugador hace lo que cree y cree en lo que hace, siempre que la propuesta otorgue resultados. Su estreno liguero con el Athletic fue contra el Girona y acabó 1-0. Ojalá calque el marcador en Montilivi. Ongi etorri Gaizka!

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