¿a ustedes se les ocurriría llamar a un fontanero, ante una avería en una tubería, y pretender que éste les solucionara el problema gratis? ¿Pensarían en ir a un restaurante y pedir que les invitasen a comer de manera altruista? ¿Serían capaces de acudir a un hotel y solicitar al recepcionista que les dejase marcharse sin pagar? Si la respuesta es no, entonces, ¿por qué cuando a un periodista se le reclama para algún trabajo, en muchas ocasiones, se hace a modo de favor? A los comunicadores no nos suelen faltar ofertas para presentar, de vez en cuando, alguna gala, o para ir a cubrir cierto evento de forma puntual. El problema llega al hablar del pago. "No podemos ofrecerte nada pero, a cambio, consideramos que es un buen escaparate para ti". "No tenemos dinero, pero te viene bien por la experiencia que adquieres". Estos son algunos de los desiguales trueques a los que nos enfrentamos muchos periodistas en determinadas ocasiones. O lo que es lo mismo, trabajar gratis. Algunos hemos estado varios años fuera de casa invirtiendo elevadísimas sumas de dinero para formarnos como profesionales. Dicen que la carrera de Periodismo vale para poco -discrepo-, pero te rodeas de compañeros que aman esta disciplina tanto como tú, y aprendes a defenderla como si te fuese la vida en ello porque, realmente, te va la vida en ello. No, no hay que acceder a trabajar gratis. No nos tienen ni que pedir que lo hagamos. Se trabaja para vivir. Para comprar un coche, pagar un alquiler, viajar o salir a cenar fuera. Y para eso se necesita dinero. Todos lo necesitamos. Lo peor es que, tras nuestra negativa, llegará otro que acepte esas condiciones. Y sí, será un escaparate para él. También le hará adquirir experiencia. Da igual. Lo importante es que estará degradando la profesión más bonita del mundo y, al mismo tiempo, a todos los que formamos parte de ella. Así nos será imposible avanzar.

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